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Izuku se tambaleó lentamente hacía Shoto y Katsuki, se sentía algo extraño, ligeramente encandilado.

—Veo amarillo—. Confesó, dejándose caer de rodillas sobre la manta que habían puesto

—Es normal, para tú primera vez, ¿estás cansado?

—No, es que no recuerdo la mayoría de plegarias que terminé cumpliendo

—Así funciona esto

—¡L-la gente pedía tantas cosas! Ser mas bellos, o casarse con alguien bello, o tener hijos hermosos... Todo se resume a como se ven, no entiendo eso

—Es obvio, ¿no? Si eres guapo la gente te amará mas fácilmente

—No, chicos. El amor no se resume en algo tan superficial, ¿ustedes se aman el uno al otro solo por como se ven? O... ¿Me amarían a mi solo por como me veo? Si, el amor inicia con la apariencia pero no lo es todo.

El de cabello verde les dio la espalda. Katsuki se sintió mal inmediatamente, intentó recordar como había conocido a Shoto, hace muchos años atrás justo después de nacer en medio de una guerra, Shoto estaba parado al lado de un extraño hombre, supervisaban la muerte de los guerreros en el campo de batalla. En ese momento Katsuki se enamoró a primera vista, de la primer persona que había visto en su vida. Había sabido casi inmediatamente que quería a ese pacifico ser a su lado.

Shoto se mantuvo pensativo, recordando como se había enamorado de Katsuki. Muchísimo tiempo atrás, Shoto había sido convocado a una reunión de bienvenida justo después de haber visitado un campo de batalla en compañía de Aizawa. El dios había resultado ser Katsuki quién había insultado a la mitad del salón y había mandado a la mierda al resto, a todos menos a él, en ese momento supo que quería que ese fiero hombre estuviera entre sus sábanas toda la vida.

Ahora, ambos coincidían en que querían a Izuku, ni siquiera sabían por qué, solo lo sentían muy dentro suyo.

Katsuki se estiró y se tumbó boca arriba sobre la hierba, justo al lado de Izuku que hacía un diminuto esfuerzo por ignorarlos.

—¿A que huele el amor, Dios?

Él de ojos verdes chasqueo con la lengua y bajó sus párpados, haciéndose el desentendido.

Shoto hizo lo mismo que Katsuki, solo que al otro lado, e incluso fue un poco mas atrevido y recostó su cabeza sobre el muslo de Izuku.

—Me han dicho que huele a flores, pero es una total mentira

—¿Y entonces a que huele?—. Cuestionó

—A ti

—¿A mi? ¿A que huelo yo?

—A hogar—. Le contestó Katsuki.

Izuku abrió los ojos de golpe, sin atreverse a mirar a ninguno de ellos simplemente siguió viendo al frente, a los inmensos campos de flores silvestres, el sonrojo subía intrepidamente por su cuello y se asentaba tiernamente sobre sus mejillas.

No sabía exactamente que decir, estaba mudo cuando en el cielo vio pasar un gigante. Sus manos cayeron a sus costados, buscando la atención de Katsuki y Shoto. Veía fijamente al gigante e intentaba apartar la vista sin exito.

Tenía un largo cabello rubio, dorado como mil rayos solares trenzados en su cabeza, sus ojos eran azules como el mismo cielo nocturno. Daba lentos pasos en el horizonte. Detrás de la cabeza del gigante Izuku vio un carro, jalado por bellos corceles con crines de fuego, no alcanzaba a distinguir al conductor.

—Ah, ¿nunca habías visto a Mirio?—. Le preguntó Katsuki, sentandose derecho y acercando su boca al oido de Izuku, susurrando la pregunta con coquetería

Greek God'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora