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Izuku se recargo contra el barandal cuando una ráfaga de viento con petalos de flores le acarició el rostro. Cerró los ojos, al abrirlos vio el rostro confundido de Keigo.

—¡Ah! ¡Keigo, estás aquí!—. Exclamó el de cabello verde, sorprendido

—Así es, ¿te gustan las flores? Te traje todas estas.

Izuku se llevó las manos al pecho, emocionado.

—Que encantador, ¿por qué decidiste venir a verme?

—¡Te olvidaste! Dijiste que me ayudarías con mi problema, sobre la Diosa Fuyumi

—Cierto, baja de ahí y entra, ¿por qué nunca usas la puerta? Siempre llegas a mi alcohoba sin anunciarte.

Keigo se paró a su lado con una sonrisa ladina.

—Si me atreviera a entrar por la puerta principal acabaría siendo acribillado por esos guardias tuyos

—Disculpame, entonces puedes venir las veces que quieras, pero toca antes, podrías encontrarme como vine al mundo y eso no gustaría a nadie.

Keigo asintió convencido, luego le entregó una caja blanca de nácar tallada con ribetes de oro.

—¿Y esto?

Izuku la tomó con una sonrisa, y al abrirla descubrió un collar de perlas y zafiros tallados.

—Esto es un tributo, de esa forma pago por tu ayuda

—No es ayuda si me pagas.

Keigo se encogió de hombros y tomó el collar para después ponérselo.

—Azul... Los zafiros son azules, es perfecto para...

—¿Pará?

—Nada, solo es perfecto

—Y sienta bien a tus ojos.

Azul, para el amor y la fidelidad.

—Ahora, siéntate y dime, ¿cuál es la decisión que tomaste sobre la señorita Fuyumi?

Keigo tomó asiento en uno de los taburetes de la habitación.

—Por un lado, lo correcto sería dejarla ir y tener un esposo de su nivel, pero quisiera ser egoísta y tenerla entre mis brazos... Si al menos supiera si ella siente algo por mi, entonces funcionaria todo esto

—Saber si ella siente algo por ti, hablaré con ella en ese caso

—¡¿Qué?! No, no, que vergüenza

—Obviamente no seré directo, intentaré darle la vuelta al tema, usaré una excusa convincente, ¿estás de acuerdo?

Keigo asintió lentamente, y le tomó las manos con rostro afligido.

—Pero si es una negativa, por favor, no intentes consolarme dándole la vuelta. Debes serme sincero, ¿como hablaras con ella? Siempre está en el Reino del Invierno, o en el Inframundo, es raro verla en el Olimpo

—Pero algo se me ocurrirá, confía en mi.

Izuku vio de reojo una sombra asomarse por su balcón, ¿estaba bien? Keigo estaba en su habitación, debía sacarlo con alguna excusa.

—Keigo, ve abajo y dile a Melissa que nos preparé algo, deseo que te quedes a comer conmigo hoy.

El rubio asintió y salió de la habitación. Izuku se asomó por entre las cortinas al balcón y el rostro invertido de Touya justo frente al suyo fue lo primero que vio.

—¡Ah!— Chillo, echándose hacía atrás—. ¿Touya? ¿Que haces aquí?

—Escuché un rumor sobré algo, ¿había alguien aquí?

Greek God'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora