Capítulo 7

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Su aroma se impregnó en mis fosas nazales. Era tan adictivo. Era mi droga. Tenía que volver a verlo. Y lo haría. Esta tarde iría al parque.
Estaba media adormilada cuando escuché la puerta abrirse. Los tenis de mamá resonaron en la habitación, y en el buró dejó algo pesado. Se acercó a la cama y acarició mi cabello. Me besó la mejilla y salió. No abrí los ojos hasta que el motor del carro se escuchó lejos. Me estiré y quité las colchas de mí. Revisé la hora 8:30 am a esta hora estaria en literatura. Miré el buró e inevitablemente sonreí. El enorme vaso con malteada de fresa estaba allí. Con las pastillas a un lado.
Me metí a la ducha y al salir, cepillé los dientes y apliqué mousse en mi cabello para cepillarlo después.
Me puse un pantalón negro de cuero, una blusa azul celeste simple con escote v, mi chaqueta de cuero y mis vans.
Cogí mi celular y bajé las escaleras, no sin antes tomarme el licuado y las pastillas.

9:30 am.

Me senté a ver un rato la televisión, con un buen café.
El programa iba en el clímax cuando me quedé dormida.
Alrededor de las 12 pm el celular vibró, anunciando un mensaje de mamá.
Cariño,¿Cómo estás?
:D -Mamá.

Le conteste:
Bien, todo calmado. Ya almorzé y tomé medicinas. Besos. Xx
-M.

Me levanté, tomé dinero y llaves y salí. No me decidía si caminando ó en bici. Preferí caminar.
A los 5 minutos había llegado al parque. Caminé al árbol de ayer y me senté.
Saqué mi celular y le envié texto a Leila, diciendole que más tarde la esperaba.

-Nuevamente nos encontramos-. La gruesa voz de Axel hizo que levantara la vista y sonriera de oreja a oreja.
-Hola-. Le saludé.
-Hola-. Me saludó.
-¿No tienes colegio?- Preguntó con curiosidad. Negué.
-Te invito a dar una vuelta...¿Vienes?- Preguntó estirando su mano, la cual cogí y me ayudó a levantarme.
Caminamos un rato, rodeando el parque.
A lo lejos, unos vecinos estaban jugando baloncesto. Jalé a Axel hacía las canchas y salude a uno.

-¡Hola! Este es Axel Evans, mi amigo-. Unos fruncieron el ceño y otros murmuraron entre sí. Cuando me giré para ver a Axel, este desapareció. Me alejé corriendo y me senté en un banco. Al frente, a unos metros, una galería de pintura estaba llamando mi atención.

"¿Y si compras? Tal vez estén más pinturas de Alan...al menos, hay que observar."

Decidí hacerle caso a mis demonios y me levanté de la banca, caminé rumbo a la exposición.
Cada cuadro era hermoso.
El puerto de Liverpool o su aterdecer. Al fondo, un misterioso cuadro resplandecía ante todo.
A blanco y negro. Una chica estaba en posición fetal, -tal y como yo cuando conocí a Axel- y estaba llorando. Varias palabras borrosas estaban a su alrededor, pero, la única frase que se distinguía leer era: HELP ME!
Me acerqué y lo miré. Abajo, una hermosa AC estaban en cursiva. El título era :"Schizophrénie". Francés. Significaba "Esquizofrénia"
Si dudar, lo compré.

Eran las 2:56 p.m. cuando llegué a casa. Subí a mi cuarto y sobre mi cama coloqué el nuevo cuadro.
Al llegar a la cocina, mamá iba entrando.

-Cariño, ¿Cómo estás?- Preguntó dejándo su portafolios en la sala.

-Bien.- Luego, se quitó los zapatos.

-¿Qué quieres comer?

-Pizza-. Eso había sonado más a una pregunta que una afirmación. Asintió y caminó a la cocina.
Una hora más tarde, estaba disfrutando de los capítulos de Bob Esponja comiendo cinco rebanadas de pizza cuando Leila tocó a mi puerta, la invité a pasar y subimos a mi cuarto, no sin antes coger la mitad de pizza que sobraba.

-Tareas, trabajos y apuntes.

Una hora después, había terminado todo y platicamos.

Al entrar al autobús, los murmuros se hicieron presentes.

"-Allí va la loca." "¿Cómo tuvo valor de venir?" y otras cosas se escuchaban.

-No les des el privilegio de romperte frente a ellos.- Murmuró Leila mientras nos sentamos. Al llegar al colegio, todo ocurrió igual. A esepción de los murmuros y las críticas. Ellos creían que pueden marcar mi vida con etiquetas.
Desde pequeña, en mi familia, me marcaron con la loca.
Ellos no entendían que la esquizofrénia es un asco, no soy totalmente dueña de mis pensamientos y acciones, y por eso soy una loca. ¿Estúpido, verdad?
Las clases fueron iguales, y pronto llegó el receso.

-Loca, yo que tú, no comería eso. Tiene muchas calorías y engordarás más-. Me dijo Joseline, señalando mi hamburguesa. Yo agaché la cabeza y ella se fue riendo.

-No le hagas caso...- Comenzó a decirme Leila, pero la interrumpí
-¿De verdad estoy gorda?
Leila me miró frunciendo el ceño y negó.
Lo que Leila no sabía, era que YO pensaba que estaba gorda, y eso me afectó. Yo decía que era gorda, todo el colegio -menos Leila- pensaba y me decían gorda.
Pasaron las horas y el reloj marcó las tres en punto, sonando la campana. Me dirigí al autobús escolar y me senté junto a Leila.

~En multimedia, Jeremy Kapone, al estilo de Axel.

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