Capítulo 1

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Liverpool, Reino Unido.
20 de octubre de 2013.

El viaje es largo y cansado, el volver de Oxford a Liverpool siempre me quitaba energía, el ver al Dr. Stevens cada quincena y viajar de Liverpool a Oxford era una total perdida de tiempo. Cada consulta es lo mismo, más pastillas, riesgos y advertencias que debo y tengo que tomar.

Al entrar a la casa, me encerré en la habitación recién decorada, puse a cargar mi iPhone y me metí a la ducha, puse el jacuzzi y me desnude, para entrar a la tina.

El agua caliente me calmaba, cerré los ojos, aguante la respiración y me sumergí en el agua de la tina.

««Mérida, Mérida, Mérida, Mérida »»

Salí de la tina lo más rápido que pude. Esto estaba mal. Ellas...ellas habían vuelto.

No salí de mi habitación, me quede oculta bajo las mantas, mientras que las lágrimas de impotencia corrían libremente por mis mejillas.

Anteriormente, las voces me hablaban y me 'aconsejaban', ellas me acomplejaban, ellas me insultaban y me humillaban, pero con las pastillas, ellas desaparecieron, por un momento creí que, los demonios que estaban dentro de mi, los pude encerrar en una jaula, y ocultarlos en lo más oscuro y misterioso de mi alma. Pero descubrí que ellos no se iban, estarían por el resto de mi vida conmigo.

No podía, ni debía mostrarme débil, eso les daría ventaja, y era lo que menos quería. Así que me levante de la cama y pasé al baño. Abrí el grifo de agua fría y me lave el rostro. Ojos rojos, piel pálida y enormes ojeras. Me puse un poco de base y me cepille el cabello.

Bajé los escalones y al llegar a la cocina, mi madre estaba haciendo la cena, y a un lado de los platos, estaba un enorme vaso con malteada de fresa y tres pastillas a su costado.

-¡Oh, Mérida! Te iba a llevar la cena a la cama.- Me dijo mamá mientras le ponía más fresas a los waffles. Me senté en la silla del comedor y esperé los platos. Los cuales no tardaron en llegar.

Después de los waffles seguía lo más difícil y repugnante. Las pastillas. Me las tome de un sólo trago del licuado. Su asqueroso y ácido sabor me escocía la garganta, y tuve retortijones en el estómago.

Mientras subía las escaleras, observaba cada detalle de las escaleras, y las fotos, una donde está mamá con un apuesto 'hombre' en la entrada de la iglesia, en su matrimonio. No había más fotos de él en mi casa.

Cuando se divorció de mamá, ella tiró y quemó todas las fotos en que estábamos los tres, yo tenía un año cuando se largó, por lo que no recordaba mucho de él.

Al llegar a mi cuarto, apagué la luz y cerré la puerta con pestillo. Me recoste en la cama, tratando dormirme, mirando el blanco techo, sin embargo, las distorsionadas voces llamándome en susurros no me lo permitían.

Me levante y abrí la puerta del balcón, al salir y sentir la fría brisa chocar con mi piel, me acerqué a la barandilla y me senté en ella. Si daba un movimiento en falso, caería y probablemente moriria al impactar el suelo.

«Hazlo. Sólo salta. Podrás acabar con todo. Sólo salta. »

Cuando iba a soltar la barandilla, mi celular sonó, haciendo que volviese a la realidad.

Me metí nuevamente en la cama y cerré mis ojos, logrando descansar un rato.

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