Jueves [4/7]

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Capitulo 22:

Me estacione en la acera, y bajé corriendo.
Al entrar, vi a una señora rubia, de ojos azules.
-Buenas noches.
-Buenas noches, ¿te puedo ayudar en algo?- Me preguntó y me acerqué.

-Sí, mire...- La señora me interrumpió, y me dio un folleto azul. Venían los requisitos, un plano, las especialidades y posgrados de la universidad. Y en letras grandes amarillas un ¿Quieres seguir estudiando?

-No, pero gracias, busco a alguien...- Dije y la señora me volvió a interrumpir.
-Ya salieron todos.
-¿No puede buscarlo en el sistema?- Seguí insistiendo, no me rendiría tan fácilmente ahora.
-¿Nombre?
-Alexander Evans.-La señora tecleo y veía en la computadora del escritorio. -¿Área?
-Odontología.

Esperé y cada vez estaba más ansiosa. La señora fruncio el ceño y me miró.
-No hay ningún Alexander Evans en esta universidad.

Al entrar a mi carro. Miré el reflejo del espejo retrovisor. Me veía decaída. Mis ojos se empezaron a cristalizar.

"Cariño, esta bien. No llores. Saldremos de esto las dos. Como siempre lo hemos hecho. "

-No. No lo superare.- Dije, pero no había nadie a mi alrededor.

"Sólo es un mal tiempo. Lo harás, y yo te ayudaré ".

-Ni hoy, ni mañana, ni nunca. Él no existe. - Mi voz se fue apagando.

"Y te ayudaré. Sólo tranquilizate. No puedes manejar así. "

-¿No entiendes? -Mi voz se fue elevando.- ¡Estoy loca! ¡Jamás seré normal! ¡Odio esto! ¡Te odio! ¡ME ODIO! ¡ME ODIO POR SER UN JODIDO BICHO RARO! -Una lágrima rodó por mi mejilla. Luego otra, y otra más, así, inicié a llorar.

Luego grité. Porque gritar es como soltar un poquito de tu alma.
Le envíe un mensaje a Leila, manchando mi pantalla de lágrimas.

Prendí el carro y partí.
Entré hacia la carretera y acelere.
Sólo quería estar en mi cuarto, oír a Sleeping with sirens y comer helado, o dormir para olvidar todo esto.

Seguía llorando, y el pensar en estar en mi camita, hizo que pisara el acelerador.
Arrebase una camioneta, y seguí pasando otros tres carros.

Jamás vi la curva que venía.
Jamás bajé la velocidad.
Jamás conté con ese inesperado fallo.
Y por más loco que sonase, no hubiera tratado de evadirla.
Al tratar de frenar, fallé y salí de la carretera.
El carro rodó cuatro veces, cayendo en el pasto y la tierra. Me golpeé la cabeza con el volante.
Y lentamente fui perdiendo la visión y el sentido.

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