Ryuki: El aprendiz de Oden

Capítulo 1: Lo haré por tí, maestro

NO LEER SI NO VAS AL DÍA EN ONE PIECE

La familia Kozuki estaba en problemas y todo era porque el maldito Kaido estaba decidido a acabar con el Kozuki Oden.
Por culpa de la traición y conspiración de Orochi, Oden había sido capturado y Ryuki se sentía imponente al no poder hacer nada por salvar a su maestro. Eso no era culpa suya, ya que tenía la importante misión de proteger a Kozuki Toki, a Momonosuke y a Hiyori, la familia de su maestro, puesto que sabían que una vez acabasen con Oden y los otros Vainas Rojas, los Piratas Bestias iban a ir directos a ellos.

Ryuki estaba haciendo guardia, caminando de un lado a otro de la habitación, exasperado por no estar haciendo nada, pero a la vez alegre por no tener que entrar en combate.
En uno de sus pasos, se detuvo ante un espejo.

Tenía el pelo de color negro, largo y recogido en una coleta que le llegaba a la cintura.
De este, sobresalían los dos cuernos típicos de los oni, de color blanco, con la base negra, como su pelo. Sus ojos eran violetas y en ese momento estaban destellando con el brillo rojo propio del haki de observación, con el que llevaba un buen rato vigilando todo a su alrededor.
Vestía un elegante kimono blanco, con decoración de escamas de dragón de color rojo y negro. Era un joven muy atractivo y musculado, aún por su cuerpo repleto de cicatrices, lo que le había vuelto muy deseado por las jóvenes de Wano, lo que le venía muy bien gracias a la naturaleza pervertida que le había mostrado Oden.

Su aspecto, detestaba su aspecto. Lo detestaba por la simple razón de que presentaba rasgos semejantes a Kaido por ser ambos de la raza oni, pero principalmente detestaba que, por error, había consumido una akuma no mi semejante a la de Kaido, por no decir gemela, ya que en el pasado encontró una akuma no mi artificial que, según leyó posteriormente, había sido creada a partir de la de Kaido y, tal y como vio en sus habilidades, sí que era cierto.
Podía transformarse en un enorme dragón oriental con escamas rojas o incluso adoptar su forma híbrida. A su vez, en cualquiera de ambas formas, era capaz de volar usando las llamadas nubes de llama. Eso hacía que, a pesar de que detestaba ese poder, le alegraba poder usarlo para cuidar de aquellas personas a las que más amaba, la familia que lo acogió y le cuidó...
Él, como líder de los Vainas Rojas, le había pasado el mando a Kinemon mientras él cuidaba de la familia Kozuki.

-Ryu-escuchó entonces que le hablaba una voz infantil a su espalda-¿Por qué estamos escondidos?

Se giró para ver a una pequeña de seis años, con el pelo azul verdoso, ojos celestes y una tierna sonrisa.
Vestía un kimono rosa, con decoraciones de flores de rosa oscuro y algunas ondulaciones de color azul.

-Hiyori... Es posible que unos hombres malos nos ataquen, así que yo, como el Vaina Roja más poderoso, mi deber es protegeros con mi vida... Aunque si hay suerte, es posible que no haga falta...

Como si lo hubiese invocado, detectó el peligro, pasando a sentir como la vida de su maestro Oden desaparecía, lo que hizo que cayese de rodillas y sus ojos se cubrieran de lágrimas.

-¿Ryu? ¿Está usted bien?-preguntó la hija menor de Oden y Toki.

-Sí-respondió Ryuki, intentando mantener la compostura-¿Puedes traer a tu madre y a tu hermano?

Hiyori asintió sonriendo y se marchó corriendo, dejando a Ryuki devastado en el lugar, sin saber nada de sus compañeros.

-¿Pasa algo, Ryuki san?-preguntó Toki al llegar.

-Ha sucedido, Lady Toki... Lo que nos temíamos, ha sucedido.

Toki asintió y se preparó para decir algo.

-Ryu... Oden creía que algo importante iba a suceder en veinte años. Así que... Tengo que pedirte un favor, como mano derecha de mi marido que eras.

-Lo que sea, lady Toki-respondió Ryuki decidido-Sabe que siempre estoy y estaré a su servicio.