Capítulo 28.

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Sin ella.

Nicolás.

Han pasado seis horas desde que me la quitaron, seis putas horas donde no está donde siempre debe estar y es a mi lado.

Cuando la amiga de mi mujer me informo lo que había pasado ya era tarde ella ya no estaba cuando salí a buscarla. He recorrido toda la maldita ciudad en busca de la camioneta en la que se la llevaron, según lo que me dijo la amiga de mi mujer. 

Pasan las horas y nada de ella ni de la camioneta, desisto de la idea y me voy por otra alternativa.

Abro la puerta de un golpe haciendo que la porquería que esta sentado se levante, le disparo en la mano antes que saque el arma.

—¿¡Dónde está!?—le grito sin dejar de apuntarle. 

—De quien hablas.

Este es un despacho grande e insonoro, frente al escritorio esta uno de los MARGINADOS con gran poder dentro de dicha organización.

—Mi mujer.

—Es verdad lo que dicen.— me mira— Secuestraron a tú puta.

Disparo mi arma enterrando una bala en su costado derecho para desestabilizarlo, me apresuro a llegar a su lugar.

—No voy a hablar.—avisa cuando lo tomo del nacimiento de su cabello.

Sacó una navaja y lo obligo abrir la boca, tomo su lengua y con la navaja se la cortó, la sangre brota del lugar donde estaba su lengua.

—A mi mujer no se le falta el respeto.

Hago que se trague lo que le arranque, si solo la utilizaba para hablar estupideces no la iba a necesitar.

Salgo del despacho caminando por un bar lleno de cuerpos de MARGINADOS que hace unos minutos mate. Me voy del lugar, necesito llegar al cuartel lo mas antes posible ya que cada minuto que pasa ella lo puede estar pagando.

Las puertas del cuartel se abren dándome paso, Alessandra ya me espera en la puerta con una laptop en brazos.

—La encontraste.

Soy claro y preguntó por lo único que me interesa.

—Nicolás como quieras que la encuentre—me cuestiona— si no tiene aparato electrónico el cual puede rastrear.

La presión de lo que se encuentra en mi bolsillo me hace apartarla y entrar al cuartel. Luciana se despojó de lo que me podía dar su ubicación, se quito el anillo y el collar haciendo que los localizadores que tenían estos no sirvan para nada.

—Me habéis llamado— llega Mike.

—Reúne a todos.

No pregunta solo asiente mientras ambos caminan a mí lado sin emitir palabra alguna, Hans se nos atraviesa con la cara pálida haciendo que nos detengamos.

—Acaban de enviar algo.

Hans me informa que acaba de llegar una caja que contiene el nombre de mi rubia, me muevo sopesado lo peor. Conozco este mundo y los métodos de tortura que se emplea.

Entró a mi despacho donde mi guardaespaldas dejo el paquete, no lo pienso y lo abro. Se me arma un nudo en la garganta cuando veo lo que hay dentro, es un mechón rubio y una foto de ella inconsciente y encadenada.

Barro todo lo que esta en mi escritorio, Alessandra, Mike y Hans están delante de mí observándome, estoy furioso al ver como me la quitaron estando los dos en el mismo lugar.

—Déjenme a solas con mi sobrino.—entra mí tío.

—¿Qué quieres Pietro?

En estos momentos no tengo cabeza para nada ni nadie que no se llame Luciana « Mi mujer ».

Mi pequeña obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora