Capítulo 32.

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Pain.

Han pasado dos días desde que Nic me pidió que fuera su novia, dos días desde que me desperté llorando al recordar los días que pasé encerrada contra mi voluntad.

Estoy de espaldas mientras escucho como el imbécil se viste dejándome en claro que se va a ir como ayer, él creyó que ayer dormía pero no era así, ayer lo escuche cómo se vestía para luego irse. Y no regresó hasta hoy en la mañana.

Yo quería que me abrazara.

Ignoró a mi conciencia ya que carece de razón.

Siempre me ignoras pendeja.

Veo como camina hasta la puerta y no pienso solo actúo, me levantó apresurada antes que tomé el pomo de la puerta.

—Nic — llegó a él. 

Se gira a verme sin expresión en el rostro, no habla solo espera a que yo lo haga, me quedo unos segundos callada con una sola cosa en la cabeza «no quiero que se vaya».

—Cariño bésame—pido.

No lo hace solo me mira confundido por mi petición, su vista me recorre el cuerpo haciendo que mis vellos se ericen, elevo mi cuerpo parándome de puntillas hasta que mi boca llega a la de él.

Lo beso demostrando que no quiero que se vaya, la intensidad del beso sube hasta que mis montículos erectos rozan su pecho.

Me separo de su boca por la falta de aire, tomo su mano devolviéndolo a la cama donde él se sienta haciendo que su espalda choque contra el respaldar de esta.

Yo ya estoy desnuda por lo que bajo su pantalón.

—Niñita.

Intenta hablar pero coloco mi mano en su boca callándolo, bajo el pantalón con todo y bóxer haciendo que su polla ya erecta choque contra su torso.

—Te voy a lastimar. —habla cuando me subo a sus piernas.

—Si grito no va hacer de dolor.

Lo quiero en todos los sentidos y sé que él también lo quiere, los orales no bastan para ninguno de los dos. Agarró su verga mientras mi mano libre está en su hombro ayudándome a elevarme.

Muerdo mi labio cuando lo coloco en mi entrada, jadeo cuando bajó por completo, el tamaño es grande y la posición me hace sentirlo aún más.

Hasta yo lo siento.

—¿Quieres que salga? —preguntó con la respiración un poco cortada.

—Quiero que te muevas.

Sonrió por su respuesta.

Coloco mis manos en sus hombros impulsándome, su boca va a mis pechos chupandolos y marcándolos, sus manos quedan en mi culo apretujándolo. Yo salto coordinadamente mientras de mi boca salen gemidos de placer.

No sé qué es de mí, me pierdo saltando y gimoteando su nombre, a él no le molesta todo lo contrario me exige que lo gima más fuerte dejando en claro que él está follando a su mujer.

«Su mujer».

Es uno de los términos que Nicolás desde siempre me dio, tiene cierto encanto que me vuelve irracional, todo él lo hace y no sé por qué. El que me llame niñita me gusta, de hecho creo que me encanta es algo original y solo de nosotros, el que me llame rubia me hace flotar de una manera que no puedo describir y el que me llame su mujer...

—Eres mía— susurra— completamente mía, Luciana.

Ser la mujer de líder la organización criminal más grande del mundo, no solo lo es de Europa ya que esta trasciende continentes, Nicolás D'Amamto es el hombre más buscado y peligroso que existe en la actualidad y eso en vez de darme pavor me excita.

Mi pequeña obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora