Capitulo 4.

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Fiesta.

Luciana

Mi cabeza era un lío de pensamientos, mis emociones son una bomba de tiempo que está apunto de explotar. 

—Quien se cree ese imbecil para hablarme de esa manera— bufé mientras entraba a mi apartamento.

El haber ido no fue la mejor decisión porque aparte de ser amenazada me dejó con más dudas de las que ya tenía como por ejemplo a qué se refería que cuando quería algo y porque me quería a mí.

Yo no tendría problema de ser suya

Empiezas, se supone que la conciencia tiene que ser la voz de la razón pero tu saliste defectuosas.

Sabes que tu encantada de pertenecer a ese hombre, que no lo quieras admitir no es mi problema.

Claro que yo no le iba a pertenecer porque no soy un objeto, pero no me voy a quedar con la duda de que quiere y porque conmigo. Por qué aunque me investigara y se informará de mí, no me conoces y lo voy a aterrizar para que entienda que conmigo nadie se mente y ese ahora era un reto personal.

Nicolás no sabes en lo que te acabas de meter.

—En serio te dijo eso— pregunto Gabi

Llame a Gabriela para poder contarle todo lo que me había pasado con ese imbecil y llegó en menos de cinco minutos después de haberla llamado.

El chisme es poderoso.

—Si, como te lo conté ocurrió— respondí.

—Pobre tipo no sabe en lo que se acaba de meter

—Exacto, pero cambiando de tema vas a ir al cumpleaños de Dylan.

Necesito algo que me haga pasar el mal sabor de boca que me había dejado ese tipo y no voy a dañar el libro que estoy leyendo solo por encontrarme enojada con personas reales.

—No lo sé todavía.

—Como que no sabes Dylan—hablé desconcertada— es nuestro amigo, uno muy idiota, pero nuestro amigo.

—Si, pero no estoy de ánimos para salir.

—¿Por qué?— pregunté extrañada.

—Termine con Nate y...

Que excelente noticia, ya era hora de que por fin lo dejara y pudiera disfrutar libremente de las cosas que no podía mientras estaba con él

—Al fin, siendo así tenemos otro motivo para celebrar— dije interrumpiéndola.

—Sabes lo que me afecta.

—Si lo sé, pero también sé que no vale la pena— le recordé.

—Bueno, ¿vamos a comer?— preguntó.

Huelen eso, es el olor del soborno

—Intentas comprarme con comida para que ya no te reclame nada sobre él.

—Si exacto— sonrió.

—Odio que me conozcas tan bien.

Nos fuimos al centro comercial a comer, también aprovechamos a comprar uno vestidos para la fiesta de Dylan (después de un rato por fin la convencí de ir a la fiesta).

Después de comprar nos dirigimos a mi apartamento no sin antes comprar más comida para llevar ya que Gabi se iba a quedar esa noche conmigo.

Estando en mi apartamento note un morado en el brazo de Gabriela sabía quién se lo había hecho, pero no le iba a decir nada porque cada que lo hacía ella me lo negaba o cambiaba de tema, pero se me ocurrió algo mejor.

Mi pequeña obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora