Capítulo 47.

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Wife.

Me muevo en la cama para acercarla más a mí cosa que me es imposible ya que no está en la cama lo que provoca que me despierte de forma abrupta al no sentirla a mí lado, salgo de forma rápida de la cama para buscarla.

Inspeccionó la habitación pero no la encuentro en esta, comienzo a caminar hasta que la veo en el balcón en bata mientras su cabello rubio cae suelto en su espalda, llegó a su lado y la veo sirviendo café.

—¿Qué haces?

Ella da un brinco asustada para luego seguir con lo que estaba haciendo.

—Quería tener el desayuno listo para cuando despertarás.— habla de forma cariñosa.

Mi vista se dirige a la comida que está en la mesa, siento su mirada expectante en mí con un poco de nerviosismo por mi reacción, no digo nada solo doy media vuelta y regresó a la habitación mientras siento como ella me sigue con los ojos hasta que entro al cuarto de baño donde cierro la puerta. Lavo mi cara y mi boca para volver a salir al balcón donde veo a mi niñita de pie a un lado de la mesa con la mirada perdida, muevo una de las sillas para sentarme.

—Ven.

La rubia fija su vista en mi mientras camina raro hasta llegar a mi lado, duda un poco por eso soy yo quien la sujeto y siento en mi regazo, la rodeo con el brazo sujetándola contra mí, toma el tenedor para hacer su ridículo gesto en el que imita a un avión con el cubierto, me da fruta picada la cual aceptó.

—¿Te gusta? —pregunta con referencia a la comida.

Ella no la cocino pero aun así, aunque lo odie se levantó temprano para poder pedir todo esto, para luego ordenar la mesa, solo para tener un gesto lindo conmigo.

—Lo que me gusta es mi esposa.

Ríe un poco por lo que dije, yo introduzco mi mano en su bata topando con que lleva bragas de abuela, respiro hondo para mirarla serio.

—Niñita que te he dicho sobre tus bragas de abuela— reclamo.

Le compre una maldita tienda de lencería para que dejara de usar bragas de abuela, quiero bragas sexys para mi cajón, ya tengo las de la noche de bodas las cuales van a tener un lugar especial pero necesito más.

—Imbécil estas son mis últimas bragas que traje.

Mira que bueno que me importe un carajo, ella trata de moverse pero mi fuerza es mayor que la de ella, tomo el elástico de sus bragas las cuales quedan inservibles en segundos.

—¡Nicolás! —espetó furiosa.

¿Cuál es el afán que tiene por llamarme Nicolás? No ha entendido que para ella soy «cariño, imbécil o esposo» cualquiera de esas está bien pero el que me llame por mi nombre lo detesto.

—Te odio.

—Ya lo sé.

—Ahora que se supone que me ponga para salir.— se cruza de brazos.

La miró con el ceño fruncido, quien le hizo creer a esta niñita que la iba a dejar salir de este cuarto.

—Nada porque no vas a salir de este cuarto —le hago saber —. Ahora dale de comer a tu esposo.

Toma una tostada con mermelada hasta llevarla a mi boca donde la muerdo con cuidado de no derramar lo que está en esta.

—Besito de premio.

No me deja contestar ya que me planta un beso el cual tiene sabor a jugo de naranja, saboreo sus labios para luego dejar un pequeño mordisco en su labio inferior.

Mi pequeña obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora