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Domingo, 13 de noviembre.

Fecha oficial en la que se llevaba a cabo la boda de Bakugou y Kirishima. Los nervios están a tope, pues para Mina, todo debía salir perfecto ese día, lo cual ponía presión a los asistentes del evento, pero sobretodo, a los novios.

Ambos prometidos estaban en habitaciones separadas del mismo hotel, preparándose y arreglando los últimos detalles antes de que la misa –y con ello su unión en matrimonio– iniciara en aquel hermoso prado a un par de kilómetros de su ubicación.

Mitsuki se había logrado infiltrar a la habitación de Kirishima para hacerle entrega del traje que llevaría al caminar hacia el altar. Este constaba de un esmoquin; saco –con solapas largas, estrechas, y con terminación en pico– de color negro al igual que el pantalón con galón de raso; y, para contrastar con el oscuro traje, una camisa blanca de vestir con la típica pajarita que colgaba de su cuello de un color semejante al azabache.

Kirishima estaba encantado con la imagen que reflejaba el espejo, olvidando las náuseas de instantes atrás, producto de los nervios que lo carcomían.

Minutos después, llegó el equipo de estilistas que Mina había contratado para el arreglo personal de la pareja; las cuales al ver el pelo desaliñado del chico no dudaron en ponerse manos a la obra.

...

Las profesionales habían culminado con su trabajo con éxito, despidiéndose del novio y la mujer para ir por quien sería su segunda víctima, o sea, Bakugou.

Kirishima se analizó ante el espejo por segunda vez, contemplando con un brillo en sus ojos el peinado yaciendo en su cabeza luego de una rigurosa inspección y tratado de parte de las chicas. Pues, aprovechando el largo de su cabello, lograron atarlo en una coleta con una pequeña trenza de por medio, dejando suelto la parte inferior del cabello.

Simplemente hermoso.

— Te ves divino Eijiro — habló la mujer a sus espaldas, acercándose hasta llegar al pelirrojo y acariciar sus hombros, transmitiéndole paz

— Muchas gracias Mitsuki-san — respondió éste con una sonrisa, sin quitar su vista del espejo — Y también gracias por confeccionar nuestros trajes, son preciosos

— No hay de que Kirishima, todo por el solecito que logró cautivar a mi hijo — palmeó el hombro del chico con entusiasmo — Iré a ver qué tal va Masaru con el mocoso, nos vemos pequeño

Se despidió antes de cerrar la puerta, dejando a Eijiro admirando su reflejo sin creer que la persona de la imagen era él; dando pequeñas vueltas para observarse de todos los ángulos que su cuello y vista le permitiesen. Su corazón latiendo muy rápido por la inquietud de saber que pronto se casaría con el amor de su vida, lo obligaron a echarse en la cama, soltando un suspiro endulzado una vez su rostro se enterró en la almohada.

En otra habitación, a unos cuantos metros de la de Kirishima, se encontraba Bakugou dando vueltas en el poco espacio que había entre la cama y el tocador, con las manos a cada lado de su cabeza, a punto de jalarse los cabellos y arruinar el peinad...

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En otra habitación, a unos cuantos metros de la de Kirishima, se encontraba Bakugou dando vueltas en el poco espacio que había entre la cama y el tocador, con las manos a cada lado de su cabeza, a punto de jalarse los cabellos y arruinar el peinado hecho por las mismas estilistas que crinaron a Eijiro.

Pelos de Mierda [Bakushima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora