Capítulo 19 La verdad y nada más que la verdad

10.3K 714 19
                                    


Mi mundo se ha congelado momentáneamente. No sé lo que vaya a pasar de aquí en adelante, lo cierto es, que saber que ella será la madre de mi pequeño bebé, me inunda de una extraña felicidad, que aún no logro comprender.

—Un momento —la voz de Claudia, nos hace desconectar a mí y a Esteban, de nuestra especie de conversación cifrada—, ustedes dos —nos señala con su hermoso y largo dedo, y no puedo dejar de admirar ese quinteto de llamativas uñas, pintadas de color rojo intenso—, ahora mismo me van a decir que secretico se traen entre manos.

Esa pose de chica dura e intimidante, me excita sobremanera y me trae recuerdos del momento en que salió del baño completamente desnuda, atrevida, sexy y dispuesta a acabar conmigo aquella noche en la que la hice mía.

»Esta conversación tomó un rumbo equivocado... primero que nada ―se acerca a nosotros y no puedo evitar mirarla de pies a cabeza. Es hermosa, indudablemente una mujer divina en todos los sentidos―, tú... doctorcito Chapatín ―si no fuera por lo delicada de la situación ahora mismo me reiría de la cara de circunstancias que tiene mi amigo en este momento―, me aclararás de una vez por todas lo que está pasando conmigo y tú, ―ahora se voltea hacia mí con esa actitud de fiera salvaje que me tiene completamente extasiado y a punto de saltarle encima, domarla a la fuerza y comerme su deliciosa boca, esa que ya he saboreado y de la que aún no me siento satisfecho―, me explicarás... ¿qué estás haciendo aquí y como lograste encontrarme?

Respiro profundo, ha llegado el momento de decírselo todo, de contarle lo que en realidad está sucediendo con ella.

Pero... como si el destino y las peores casualidades de la vida se aliaran contra mí, la puerta se abre en el preciso momento en que estoy a punto de contarle todo.

―Ohhh, Claudia, apenas me enteré de que estabas malita vine de inmediato a enterarme que era lo que te había sucedido ―que se apareciera Pili, junto a nuestro amigo Víctor, era el diente que le faltaba al peine―. Estaba muy preocupada por ti, así que le pedí a mi osito gominola, que me trajera contigo y el tan lindo que es, me complació de inmediato.

Se acerca al que consideré hasta hace poco, como el más astuto e inteligente de los abogados para besarlo en los labios y éste enseguida extiende una enorme sonrisa de satisfacción.

Blanqueo los ojos. Mi amigo Víctor está jodido y no me creo que al igual que a Esteban, se hayan dejado convencer por esta chica loca.

―Uhmm, estoy bien Pili, gracias por venir... solo una tontería al parecer, es lo que creo ―comenta Claudia, entrecerrando un poco los ojos y mirándonos a mí y a Esteban, como si quisiera asesinarnos―, solo una confusión del Dr. Cha... del Dr. Esteban, pero que de seguro de inmediato aclarará y así podré marcharme a casa.

―¡Oh, cielos! Casi lo olvidaba ―Pili, se acerca a Víctor y arranca de su mano una gran bolsa decorada con pequeños ositos. No faltaba menos, la obsesión de esta chica es espeluznante―, es un obsequio, espero que sea el primero de muchos. Me decidí por colores pasteles y así te sirva para cuando definan el sexo.

¿El sexo? Ahora que disparatada idea se trae ésta chiflada entre manos.

Claudia recibe la bolsa dudosa y llena de incertidumbre. Cuando la abre, la deja caer al piso y suelta un pequeño gritico de la impresión.

―¿Qué maldita broma es esta? ―grita sumamente enojada― ¿Acaso todos están confabulados para volverme loca? Porque déjenme decirles... ¡Es una puta broma de mal gusto! ―grita fuera de sí.

¡Maldición! No es así como quería decírselo. Esto se me está yendo de las manos y por la expresión de Claudia, nada será como me lo temía... será mucho peor.

Embarazada por EquivocaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora