Capítulo 30 Celos desatados

9.4K 626 15
                                    


Me despierto cuando los rayos del sol entran a raudales a través de las cortinas y comienzan a calentar cada parte de mi cuerpo desnudo. Miro hacia el otro lado de la cama, buscándolo, porque desde hace dos días él se ha convertido en una necesidad para mí... en alguien muy significativo.

Miro hacia la mesa de noche y veo todas sus pertenencias allí, lo que significa que aún está en la casa. Salto de la cama decidida a buscarlo y a llenarlo de tantos besos que estoy guardando solo para él. Me doy una ducha rápida y al salir, voy a su vestier por una de sus camisas, he notado que le encanta que las lleve puesta y a mí me fascina que me desvista con esa mirada abrazadora, que me hace encoger hasta las puntas de mis pies.

Me detengo frente al espejo y observo mi apariencia detalladamente. La camisa me llega a la mitad de los muslos, pero sin duda se ve sexy y atrevida. Dejo abierto algunos botones superiores, porque quiero seducirlo deliberadamente, ya que mis senos se ven ahora mismo mucho más grandes de lo que son. Finalmente sacudo mi cabello húmedo para darle un look salvaje y agresivo y luego lo dejo caer a cada lado de mis hombros, lo que me da una apariencia fresca y natural. También tomo la opción de quedarme descalza.

Sonrío con picardía una vez que obtengo la imagen deseada y salgo apresurada de la habitación, para encontrarlo y sorprenderlo con mi inesperada presencia. Bajo las escaleras de dos en dos y con el corazón palpitando a mil, tan solo con imaginar que pronto lo tendré entre mis brazos.

Cuando estoy próxima a la cocina escucho unas voces provenientes de allí y me detengo abruptamente para no interrumpir. Hay un hombre hablando con Nacho y por la voz, puedo reconocer que se trata de Esteban.

―Lo comprendo perfectamente, Esteban ―pronuncia molesto―, no sé cuáles son sus verdaderas intenciones, pero lo cierto es, que no quiero que piense que tiene una mínima esperanza conmigo, ella es mi pasado y allí ha de quedarse. Amo a Claudia y ni Dalila ni nadie podrán cambiar mis sentimientos por ella.

¿Dalila? ¿Quién es ella y por qué Nacho dice que ella no podrá cambiar sus sentimientos hacia mí?

Su conversación despierta cierta inquietud en mí, porque ahora que albergo sentimientos fuertes y muy profundos por Nacho, me destrozaría que alguien pudiera llegar e interponerse entre los dos.... no creo soportar un nuevo dolor como ese, sería devastador para mí, porque nunca había sentido algo tan verdadero y significativo, como lo que estoy sintiendo por él.

Decido entrar, para advertirles de mi presencia.

―Lo siento, no quise interrumpir ―pronuncio apenada.

Su mirada me desviste de tal forma, que puedo percibir de inmediato como se eriza cada poro de mi piel.

―No tienes por qué disculparte, cariño ―se aproxima a mí y me da un par de besos en los labios―, te estaba esperando para que desayunáramos juntos.

Me toma de la mano y me lleva con él hasta la mesa.

―Hola, Esteban.

Lo saludo con cierto recelo, porque aún no se me olvida que todo este enredo comenzó gracias a él.

―Hola, Claudia ―me saluda de vuelta―, que bueno verte por aquí, lástima que voy de salida ―menciona en tono jocoso―, pero regresaré luego, porque entre tú y yo, hay una conversación pendiente ―se acerca a mí y me da un beso en la mejilla sorprendiéndome con el gesto―, además, debo darte las gracias por hacer un hombre honrado de este tipejo ―hace un seña con su mentón para referirse a Nacho―, has logrado dibujarle una sonrisa en el rostro y eso tengo que agradecértelo.

Luego se aleja de mí y se acerca a él para encerrarlo en un fuerte abrazo.

―Estoy feliz por ti, querido amigo ―le da una palmada en la espalda―, ya es hora de que sean felices juntos... ella es la mujer que has estado esperando durante toda tu vida.

Embarazada por EquivocaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora