✿; ¡No me digas Bro!

✿; Capítulo diez {final}

Gulf estaba sentado en el piso de la habitación de Mew, esperando por este, que había dicho muy nervioso que necesitaba ir a la cocina a buscar una merienda y ya había pasado media hora desde entonces. El alto suspiró, sabía que había sido un idiota con Mew estos últimos días y que necesitaba urgentemente remediar su relación con su amigo. La idea de perderlo le causaba un dolor en todo su pecho. Prefería a veces y aunque parezca irónico, que esté le diga cómo el quiera, pero que nunca se aparte de su lado. Quizás en estos días, Gulf había pensando las cosas con calma y trato de razonar consigo mismo diciéndose "Si Mew no le gustas, debes olvidarlo" aunque era una tarea difícil.

Mild llevaba días insultandolo y llamándolo patético y idiota. Quizás si lo era, pero Mild no podía culparlo de tener miedo de perder una hermosa amistad de años por un enamoramiento que quizás nunca fuera correspondido. Aunque esté simplemente bufaba y le decía "Mew le gustas, puedo asegurarlo" como creer en aquellas palabras si el estúpido de su amigo seguía poniendo una línea divisoria con el Bro.

Recostó su espalda del espaldar de la cama y cerró los ojos. Se sentía tan mal consigo mismo, había hecho sentir mal a Mew cuando no quiso almorzar con él y cuando abruptamente invito a Kao para evitar la confrontación. Si, se sentía una mierda, nunca podrá borrar de su mente la cara de tristeza que transmitían aquellos hermosos ojos color caramelo. Quiso seguirlo, claro que quiso hacerlo, pero su orgullo pudo más.

Abrió los ojos y se sentó recto cuando su mejor amigo entró en la habitación con una bandeja de galletas y dos tés.

Mew se sentó al lado de Gulf y puso la bandeja en el medio de ambos. El silencio se hizo presente mientras ambos comían. Gulf estaba que lloraba. Sentía que toda su relación de amistad de años estuviera por terminar.

Mew tenía ojeras, en estos días no había podido dormir pensado en todo lo que diría. Se había armado de valor y había pensando en una cantidad de discursos que horita parecían huir de su mente y la dejaron en blanco. Estaba nervioso y sus manos sudaban mientras tomaba su té de manzanilla, amaba tomar té, pero este té le sabía amargo. No sabía cómo terminaría todo, pero ya era momento de poner las cartas en la mesa y no huir, no ser un estúpido cobarde. Debía ser sincero, así perdiera a Gulf. No podía soportar ese peso en sus hombros.

Mew carraspeo.

—Se que estás molesto y quizás no quieras hablarme. Pero debemos hacerlo, no podemos seguir así.

Gulf bajo la mirada y jugó con sus dedos.

—Lo sé y si te hace sentir mejor ya no estoy molesto. Me siento un completo imbécil.

—Ambos somos imbéciles—admitió sonriente y Gulf alzó la mirada y se le pinto una sonrisa. Quizás las cosas terminarían bien después de todo.

—Exactamente y por eso me disculpó por ser un hijo de perra. Quizás deba aprender acostumbrarme al Bro—dijo. Y aunque el Bro seguía molestandolo, trataría de vivir con ello solo por Mew.

Mew abrió los ojos temeroso y se levantó nervioso.

—Yo no quiero que te acostumbres.

Gulf lo miro de manera extraña, como si a este le hubieran crecido tres cabezas. Ladeó su cabeza confundido y frunció los labios.

—Debo hacerlo, ya que siempre me llamaras así para hacerme rabiar.

Mew parecía suplicante cuando se arrodilló ante él y tomo su mano.

—El Bro queda eliminado de mi boca.

Gulf se le acelero el corazón. Tener a Mew tan cerca lo desconcentraba y le ponía tan nervioso. Sentía como sus mejillas se pintaban de rojo.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión?—hizo la pregunta con un tono lleno de esperanza.

¿Quizás el Bro desaparecía de su relación? ¿Podría ser verdad?

Mew le miró tan serio y hermoso. Sus ojos luminosos, oscuros y vivos. A pesar de que aquellos ojos tenían rastros de ojeras seguían siendo preciosos.

—Umm... Quería remediar todo ese día pero llegaste con Kao y todo se derrumbó. Odie cuando ese día me llamaste Bro y en ese momento me di cuenta que fui un idiota. Que definitivamente te entendía.—confeso. Sus ojos aguandose—Voy hacer sincero porque no aguanto llevar esta cadena de miseria en mi... Cuando te llamaba Bro lo hacía para molestarte, para que te confesaras, porque tenía la ilusión de que me correspondieras. Pero cada día dudaba de ello—suspiro y soltó las manos de su amigo para mirarlo fijamente a los ojos, sin una pizca de miedo. Solo había seguridad en aquellos hermosos luceros—Me gustas tanto, Gulf Kanawut. Estoy perdidamente enamorado de ti.

Gulf se atragantó con su saliva y sus mejillas se sonrojaron más. Su corazón no paraba de latir, las mariposas adueñandose de su estómago, no podía hablar, su garganta se había cerrado de repente, sus ojos se aguaron y apretó sus manos. Sentía tantas emociones en estos momentos. Y cuando asimiló todo y que no era ningún sueño, pudo darse cuenta el estado de Mew. Este temblaba, su cara dilataba miedo, nervios y ansiedad, parecía que se fuera a desmayar en cualquier momento.

—Entiendo si yo no te gusto...Yo...—soltó nervioso—Yo solo quería decirlo. Espero no haber arruinado nuestra amistad—su voz rota y sus ojos comenzando a lagrimear.

Gulf sintió un vacío al ver a Mew tan débil y vulnerable y sin pensarlo mucho lo abrazó con todas sus fuerzas. Su rostro se sumergió de lleno en el cuello de su Mew y el olor de este lo hizo sentirse mejor. Era real, Mew le amaba. Parecía un sueño con el que siempre había fantasiado, pero ahora era real.

—Me gustas mucho, Mew Suppasit—murmuro en su hombro. Mew al escucharlo se le aceleró el corazón y su sonrisa apareció, mientras sus dedos con más confianza apretaban a Gulf más cerca de él—Estoy locamente enamorado de ti. Por eso siempre odie cuando me llamabas Bro. Porque cada vez que soltabas aquella palabra sentía que derrumbabas mis esperanzas contigo.

Mew se separó de Gulf y comenzó acariciarle el cabello, para después unir sus frentes.

—Lo siento, soy un tonto.

—Mi tonto—dijo de manera dulce—Yo un imbécil.

—Mi dulce imbécil—susurro sonriente uniendo sus labios con los de Gulf en un beso suave y lleno de dulzura.