Ella.

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La mirada perdida ya era un hábito en ella, las ojeras hacían juego con su alma, ambas tan oscuras, el silencio era su única compañía y sus pensamientos la más grande tortura.
Ella no vivía, solo se sentaba y existía, por inercia o simplemente porque era lo que había.
Se conformaba con poco y creía que no merecía más de lo que tenía.
Ella era tan triste, tan solitaria, tan vacía, ella era tan nada.
Pero así como un ave fénix se incendió todo su ser oscuro, de pronto dejó de ser esa mujer y resurgió en una versión radiante, ella se convirtió en luz, recupero su mirada tan dulce, su sonrisa tan genuina, su esencia tan alocada, recupero el amor que tanto merecía y que solo ella misma se podía dar.

🌻SG🌻

Mi menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora