Sonreía todo el tiempo, y eran esos hermosos dientes blancos que al estar descubiertos le alegraban el día a quién los viera.
Sonreía todo el tiempo, y si veía tristeza en alguien de repente esa tristeza se desvanecia con cada palabra o broma que saliera de su boca.
Sonreía todo el tiempo, y sus abrazos bloqueaban el dolor que las personas llevaban por dentro.
Siempre tan bueno, siempre tan dulce, tan atento.
Parecía ser una persona llena de vida con mil proyectos, parecía ser una persona con un largo y exitoso futuro.
Sonreía todo el tiempo, la tristeza, el dolor y sufrimiento parecian diminutos al punto de ser inexistentes en su vida.
Sonreía todo el tiempo, y parecía que nada podía afectar o borrar esa sonrisa.
Sonreía todo el tiempo, y todos veían eso, pero jamás vieron más allá de sus ojos. Nadie notó lo que llevaba acumulado por dentro. Nadie supo ayudarlo. Nadie supo decifrarlo. Nadie supo salvarlo.
Sonreía todo el tiempo y de un momento a otro el cielo se volvió gris y su ausencia marcó la vida de todas las personas que él ayudó a salir del fondo.
Todos se preguntaban por qué pudieron salir y él no se pudo salvar.
Sonreía todo el tiempo, pero esa máscara que llevava no pudo resistir más y un día gris y nublado sin previo aviso desapareció.
Ahora esa sonrisa vuela alto y descansa en paz, ahora esa sonrisa es verdadera y alegra a quién la recuerda, ahora esa sonrisa es genuina sin secretos ocultos detrás de ella.