Roma a sus 32 años se encontraba viuda y con dos hijos, una adolescente de 14 y un pequeño de tan solo 4 años. Francis llevaba dos años muerto, su inesperada partida la dejo en shock y sumida en la tristeza.Aún recordaba aquel día cuando le dijo a sus pequeños que su padre murió y que no estaría más.
De todo lo vivido en esos días, fue posiblemente lo más difícil de hacer, su corazón se rompió, pero debió ser fuerte, por ellos tuvo que serlo.
Aramis su hermano siempre estuvo con ella ayudándola y conteniéndola hasta ahora. Era su mano derecha en el negocio y la única persona con la que se abría y le dejaba ver lo difícil que era seguir teniendo una vida cuando parte de su razón de ser había dejado de existir, al menos físicamente porque en su alma su recuerdo seguía vivo como desde el primer momento que lo vio.
-¡¡Roma!!- la voz de su hermano y los papeles que mecía frente a sus ojos la sacaron de su mundo de recuerdos.
-Perdón Aramis, estaba... recordando- dijo calladamente, sabía que Aramis no compartía la idea de que se aferrará tanto al pasado, pero un ápice de tristeza se coló y no lo pudo disimular.
-No crees que ya es tiempo de que empieces a salir y conocer gente,
eres joven y muy hermosa hermanita.
-No digas eso Aramis- lo dijo un poco más fuerte de lo que pretendía, pero la sola idea de empezar de nuevo la aterraba- en este momento no tengo ánimos, ni tiempo, ni ganas de salir, ni conocer a nadie. Además tengo dos pequeños que cuidar y que me necesitan al cien por ciento-recitó aquellas palabras que ya parecían una letanía en ella, se las sabía de memoria, siempre las decía en ese orden.
Aramis la miró con rostro compungido y un poco triste, luego le dijo algo que también en repetidas ocasiones le había dicho:
-Siempre pones a los pequeños de excusa- negó con la cabeza.-Mejor hablemos de otra cosa, ¿cómo va el negocio?
-Eres imposible, como siempre cambiándome el tema. Pero bueno hoy firme con el nuevo socio, Ducati hará entrar más dinero a la empresa.
-Que bueno hermanito, me alegro que todo esté saliendo como querías. Ahora dime ¿te quedarás a cenar con nosotros?
-Sí puede ser, así veo un rato a los pequeños demonios de sobrinos que tengo-Roma le dio un golpe en el hombro- ¿Qué?- fingió inocencia-sabes que los adoro, pero también sabes que no son precisamente criaturas angelicales- dijo a modo de explicación.
Roma prefirió no seguir con el tema de sus hijos, pues la verdad cuando les daba por armar revolución no había quien los parara, pero también sabía que Aramis los adoraba, cuando tuviera sus propios hijos no había duda alguna que sería un buen padre. Condujeron en silencio el trayecto hasta su casa, solo dejándose llevar por la melodía que retumbaba en el auto de Roma.-¡¡¡Niños llegue!!!- anunció Roma a viva voz al llegar, su hija escuchaba música a todo volumen, posiblemente pronto recibiría una queja de la señora Susana, "pues la muchachita esa parece estar sorda", escuchó claramente en su mente la voz de su anciana vecina-bajen a saludar a su tío dijo aún más fuerte.
-Holi tío- respondió Laisa bajando las escaleras de dos en dos.
-Hola Laisa, cada día más grande-dijo Aramis al ver cuanto había crecido su sobrina y ante todo cuanto había cambiado, ya era toda una señorita.-¡¡¡Tío!!!!- la voz chillona del pequeño retumbo por sobre toda la habitación-¿jugamos wii?- puso cara de cachorro extraviado, así ni quien se negara.
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Quiero ser Tu Amor...
RomansaPara Roma su vida termino cuando murio su esposo,a sus 32 años con dos hijos a cuesta esta llena de complejos,negandose a una nueva oportunidad de ser feliz...hasta que Stephano llega a poner su vida patas arriba ,él le enseña que a pesar de sus mar...