Capítulo 4 : Recuerdos de media noche

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No fui a trabajar el sábado, como le había dicho a Aramis, me quede todo el día en la cama, deje a Laisa quedarse otro día en casa de su amiga y León se fue con Paz al parque, quería estar sola, más que querer necesitaba la compañía de la soledad, debía pensar, no sabía cómo confrontarlo el lunes en la oficina, no quería verlo ¿y sí me preguntara porque salí corriendo de esa forma? ¿Qué le diría? me gustas, termina con tu novia; me reí ante mi atrevido pensamiento, solo en mi mente tendría el valor de decir algo como eso, además yo no podría tener nada con él.

-¡Vamos Roma pareces una quinceañera viviendo de ilusiones, pensando puras estupideces!- me dije en voz alta, pueda que así las ideas impermeabilizan mi dura mente, que conocía la realidad, pero a veces le daba por hacerse la loca. Además ni sabía que pretendía, o si sabia y solo me hacia la desentendida.

Llegue más temprano que otras veces a la oficina, así corría la suerte de no encontrarme con él en la entrada, opte por no salir a almorzar con ellos. Llame a Aramis y le dije que estaba mal del estómago, no me creyó mucho, pero tampoco insistió.

Debido a que no vine el sábado a trabajar me toco quedarme a terminar trabajo pendiente hasta más tarde, podría jurar que solo estábamos Sam el chico de seguridad y yo, no me asustaba quedarme sola en la empresa, sé que cualquier problema estaba Sam para socorrerme.

Me perdí en el mundo de las propuestas, en mi escritorio había un buen poco de ellas, mientras leía cada propuesta, no pude evitar recordar la noche del viernes, el instante que me pidió bailar, ese instante fue mi perdición, es que desde entonces no lograba sacarlo más de mi cabeza.

Mi mente solo me traslado a ese momento, era como un observador tras una fina tela, me pude ver estaba tan nerviosa, bailar no era algo que se me diera fácil, siempre dije que tenía dos pies izquierdos, pude ver cómo nos dirigimos a la pista, la música sonaba, fuerte, era hipnótica "Treasure" de Bruno Mars. Ese olor a madera en su cuerpo, sus manos en mi cintura, su forma de moverse con la melodía y sobre todo cuando canto esa parte de la canción a mi oído, la piel se me volvía a erizar, con solo el recuerdo, mi cuerpo entero se estremecía.

SE QUE NO LO SABES PERO
ERES PRECIOSA, TAN PRECIOSA
PRECIOSA, TAN PRECIOSA
OH NENA VOY A DEMOSTRARTELO
CUANDO SEAS MIA
OH MIA.....

¡¡¡DIOS!!! En ese mismo instante morí, sentí mi cuerpo vibrar, mi piel se empezó enchinar, tuve la sensación de ser un helado en pleno verano, sentía como me derretía, el significado de esa pequeña estrofa, se me hacía tan profundo.

-Roma-me saque de mis pensamientos- ponte a trabajar, para eso estas aquí, no para recordar- me regañe. La única forma de dejar de pensar en él era escuchando música, saque mi iPod, la última canción reproducida empezó a sonar, era Christina Rosenvinge, como me gustaba esa chica y su manera de interpretar, aun me arrepentía de no haber ido a su concierto.

Comencé a ordenar metódicamente el desastre que tenía sobre mi escritorio mientras sonaban los acordes de "Alguien que cuide de mi" estaba absorta en la canción que ni cuenta me di, solo me deje llevar y empecé a cantar la parte que más me gusta...

"Alguien que cuide de mí
Que quiera matarme
Y se mate por mí..."

Sentí la presencia de alguien a mi espalda, ese olor a madera me confirmo que era él, se acercó a mí, puso sus manos sobre mis caderas, me rosaba sin ser intimidante, luego acerco su boca a mi oído y lo escuche susurrar: - Yo puedo cuidar de ti, puedo querer matarte y matarme por ti.

"¡Joder!", mordí duramente mi labio para no dejar escapar un ronco gemido que amenazaba con salir. Debía controlarme, debía tomar el sartén por el mango, él no podía ponerme así, pero ¿Cómo?, si era tan sexy, me volvía loquita, quise comérmelo a besos, voltee, llevaba una sola idea en mi mente, y ahí estaban sus ojos diablos mirándome, sonriéndome, desconecté mi lado racional y solo lo bese, él no rehuyó, por el contrario me tomo por la cintura para apegarme más a su cuerpo, pase mis manos por su cabello atrayéndolo para poder profundizar más mi beso, me sentía perdida en un mar de pasión y deseo, su cuerpo era la tabla a la que me aferraba, pero esta tabla en vez de mantenerme a flote parecía hundirme en las profundidades, su lengua rebuscaba en lo profundo de mi boca, era suave, pero muy ágil, hacía que ansiara más, me hacía desear esas caricias húmedas y cálidas en otras partes de mi cuerpo, cuerpo que me traicionaba porque reaccionaba ante el más mínimo roce de su piel, parecía que lo reconocía y lo aceptaba como suyo, el beso paso a otro nivel, los roncos sonidos que dejaba escapar de su boca me decía cuan excitado estaba, sus manos dejaron mi cintura para subir por mis costados, sentía arder mi piel bajo la tela de mi blusa, rozo mis pechos, yo solo pude gemir en su boca, era tan erótico, sus dedos empezaron a desabrochar mi camisa y ahí fue cuando recordé que no podía hacer esto, el hechizo se rompió y la realidad me dio de golpe, saque mis manos de su cabello y lo aparte de mí, cuando el calor de su cuerpo me abandonó fue doloroso, mis manos se extendieron buscándole, pero mi realidad había sacado ficha y ahora se presentaba frente a mí, exigiendo ser escuchada y lo que decía era verdadero...

Quiero ser Tu Amor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora