Volví al trabajo, al fin ya lo extrañaba, era algo así como un mal necesario. Le haría caso a Aramis. Estacionaba mi auto cuando vi llegar a Stefano, era verdad que llegaba temprano como decía mi hermano, pensé en quedarme ahí y esconderme hasta que entrara a la empresa, pero eso no ayudaría había decidido dejarme llevar y empezaría desde hoy, baje del auto, acomode mi blusa, tome mi bolso y cerré la puerta, mientras él se sacaba su casco, tenía que pasar frente a él para entrar, dejo su vista clavada en mí, estaba serio, le mantuve la mirada hasta que llegue justo al frente, moría de nervios, no sabía que decir, opté por lo cordial y más normal en estos casos:
-Buenos días Stephano.
-Vaya recuerdas mi nombre- dijo con sorna, ¿seguía molesto aún?
-¿Por qué olvidaría tu nombre?- trate de quitarle hierro al asunto, la verdad no me apetecía pelear con él.
-Cómo había que olvidar todo- dijo a manera de explicación, su tono de voz seguía sonando apático.
-Qué gracioso- no pude evitar sonar yo un poco molesta, es que de verdad tenía memoria de elefante y la estaba usando contra mí, yo que venía con toda la intención de hacer las paces.
- ¿Te parece?, porque a mí no se me hace para nada gracioso- se quedó mirándome, y aquella sonrisa diabla que mandaba por un tubo a mi fortaleza apareció- Debería presentarme porque no los conocemos, buenos días mi nombre es Stephano Ducati, soy el nuevo socio.
-Puedes parar.
- ¿Por qué? si tú querías que olvidara todo y es lo que hago- se acercó a mí, su aliento rozo mi cara y estuve tentada a colgarme de su cuello y perderme en sus labios ¡Dios! Ese hombre se estaba volviendo mi perdición.
-Sí- afirme un poco cabreada, su terquedad me desesperaba, luego recordé lo terca que soy y traté de bajarle la intensidad a la charla- pero sólo lo que paso ese día... lo siento se que ese día me pasé y fui muy pesada.
Me miró, posiblemente sin comprenderme del todo, no lo culpaba ni yo tenía claro mis propios sentimientos, negó un par de veces con la cabeza y luego solo dijo:
-Subamos mejor, se hace tarde.
-Me estoy disculpando al menos di que aceptas mis disculpas- parecía una cría haciendo berrinche, pero así soy yo, que le voy a hacer.
-Disculpas aceptadas, ahora subamos- por lo visto, él se comportaba como el adulto poco razonable ante los berrinches de la cría que era yo.
-Que simpático- los tacones resonaron el adoquín, estaba molesta.
Camino rápidamente hasta emparejar sus pasos a los míos, me jalo de un brazo, obligándome a parar en seco mi marcha de rabieta.
-Sabes no te entiendo, quieres que olvide todo y es lo que estoy haciendo, pero entonces te parece que soy pesado ¿dime qué quieres? Porque yo me perdí y hace bastante por lo visto.
-Quiero que me beses- dije sin tapujos, ni frases a medias.
-No estoy para tus juegos Roma- me tomo por ambos brazos, viéndome directo a los ojos, tenía una línea recta en su frente, estaba cabreado, pero se veía tan sexy, que lo deseaba con todo mi ser, algo caliente empezó a arremolinarse en mi vientre, era el deseo primitivo, y solo él lo lograba despertar en mí.
-No estoy jugando- mi voz sonó decidida, ronca, era evidente que estaba prendida en deseo, a Stephano no le paso desapercibido.
Me tomo de la cintura, me apego a su cuerpo y me beso, era ansiedad contenida, deseo explotando dentro de ambos, sentí su lengua entrar y mordisquear mis labios, ¡Dios! cuanto había querido esto, rodee su cabeza con mis manos y me deje llevar.
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Quiero ser Tu Amor...
RomansaPara Roma su vida termino cuando murio su esposo,a sus 32 años con dos hijos a cuesta esta llena de complejos,negandose a una nueva oportunidad de ser feliz...hasta que Stephano llega a poner su vida patas arriba ,él le enseña que a pesar de sus mar...