«𝐌𝐢 𝐚𝐫𝐜𝐨 𝐲 𝐟𝐥𝐞𝐜𝐡𝐚 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐝𝐞𝐟𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫á𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳a».
«𝐓𝐞 𝐝𝐞𝐟𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫á𝐧 𝐚 𝐭𝐢», 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐝𝐢ó é𝐥.
Historia, hija de Galadriel y Celeborn, viaja por la Tierra Media buscando una aventura. Carga sobr...
LOS ORCOS ESTABAN AHÍ. Historia rodó sobre su propio eje y disparó flechas contra los invasores, moviéndose estratégicamente a una zona elevada donde sin problemas podía vislumbrar al enemigo. El séquito inmediatamente desenvainó sus espadas para blandearlas contra aquel ataque inesperado; las jóvenes elfas corrieron al palacio, siendo resguardadas por honorables guerreros.
Historia fue mucho más veloz, pasándole su propia espada a Thranduil, resignándose a usar arco y flecha contra los invasores. El hombro no perdió tiempo blandeando el arma, degollando arcos mientras avanzaba, queriendo recuperar terreno y jamás desistir. La muchacha respondió situándose en la zona más elevada que encontró, cubriéndole la desprotegida espalda, disparando flechas élficas.
— ¡Defiendan el palacio!
Entonces, trayendo salvación, Legolas arribó situándose a su lado, e Historia comprendió que jamás debía dudar de su buen ojo. Juntos permanecieron desde aquel instante, actuando cual despiadadas águilas defendiendo su territorio. La muchacha sonrió.
— No quería irme sin despedirme, pero esto me supera.
— Me parece una manera bastante original. —respondió Legolas disparando flechas élficas que impactaron con incontables orcos, bosquejando esa agradable sonrisa tan característica suya.
Ni por un segundo perdió de vista a Thranduil, pretendiendo cuidarlo mientras algunos guardias le alcanzaban más armas. Vislumbró su resplandeciente espada todavía situada en su mano diestra. Estaba demasiado ocupada disparando flechas que, apenas, entre tanto movimiento incomprensible, notó un inmenso séquito irse en su contra. Historia exclamó un grito de advertencia, pero no fue oída.
— ¡Thranduil, corre! ¡Corre!
Entonces, saltó disparando flechas, con la mirada enfurecida y cada movimiento dominado por vívidas emociones. No podía perderlo; no podría olvidarlo jamás. Danzó hermosamente entre aquellas criaturas repugnantes, siendo protegida a distancia por Legolas, clamando oraciones a los Valar mientras pretendía aproximarse a Thranduil, quien segundos antes fue sorprendido por un séquito entero.
Thranduil estaba herido, y sujetaba su herida intentando defenderse. Sucumbiría en cualquier momento. Historia arribó cual hermosa perturbación, desechando las inservibles armas y, sin pedir permiso, tomando su propia espada de manos impropias, blandeándola salvajemente hasta decapitarlos a todos, colmándose de su sangre.
— ¡Guardias! ¡Guardias! —gritó.
Apenas vislumbró, entre tantos movimientos propios e impropios, a algunos guardias élficos acercarse para, entre la batalla, apartarlo inmediatamente de ahí, llevándolo a la seguridad del palacio. Sin embargo, aunque corriendo también peligro, la Dama Historia se quedó enfrentando a los enemigos, esbozando venganza. No permitiría que repugnantes criaturas tomaran el Bosque Negro y humillaran la magnificencia de Thranduil Oropherion.
Entonces, resguardada a distancia por Legolas, se desenvolvió manifestando esa importante faceta guerra, sujetando su amada espada plateada mientras parecía danza sobre sus botas. Era un condenado torbellino escarlata anunciando el infierno mismo; no tenía ninguna misericordia, sino asesinaba y desechaba cuerpos, pasándoles brutalmente por encima, matándolos al instante.
La princesa guerrera estaba defendiendo al rey.
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