EL REINO DEL BOSQUE NEGRO se asomaba esplendoroso y magnífico desde aquel ventanal donde apreciaba alzarse el amanecer. Usaba vestimentas blanquecinas, acostumbrada a ostentar tonos delicados cuando se hallaba fuera de aventuras, y bebía una taza de té. Las sirvientas élficas habían colocado un sinfín de alimentos situados en una mesa auxiliar, aunque apenas probó bocado; estaba demasiado feliz vislumbrando gran cantidad de árboles tocados por el sol.
No recibió ninguna invitación, todavía, para presentarse con el gobernante ni mucho menos. Las primeras horas de la mañana estuvo anotando algunos puntos importantes del viaje, ojeando algunos libros escritos en lenguaje élfico suponiendo una biblioteca privada. Aguardó pacientemente algunos minutos más hasta, sin medir consecuencias, avanzar hacia los amplios jardines donde paseaban algunos elfos.
Historia no creía prudente quedarse encerrada cuando tanta belleza imploraba ser admirada sin perder ningún detalle. De cualquier manera, su presencia parecía ser menospreciada a cada instante. Era irónico, porque siempre odió tener demasiada atención; pero ahora, sufriendo lamentablemente la indiferencia del rey, parecía frustrante. Avanzó humedeciendo sus rojizos belfos; tranquila e impasible.
Por supuesto, no esperaba encontrarse con el rey.
— Historia. —saludó Thranduil, deteniendo su caminar.
— Mi señor —realizó una respetuosa reverencia—, siento importunarlo apareciéndome tan bruscamente. Salí a dar un paseo.
— No hay ningún problema.
Los resplandecientes rayos del sol bañaban su hermoso rostro; esas violentas cicatrices lucían vívidas, aunque llamativas. Thranduil nunca podría mencionar nada más que hermosura en ella. Estaban solos, mirándose fijamente, detallando cada facción impropia. Mentirían de anunciar falsos testimonios referentes a toda atracción física, incluso emocional incrementando entre ambos.
Thranduil llevaba un conjunto grisáceo, bastante neutro; yaciendo sobre su cabeza, una corona de bayas siendo constante recordatorio de cuán poderoso era aquel elfo. La propia Historia suponía que esa atracción terminaría una vez se conociesen; él parecía frío e indiferente, poco sonriente o tolerante a las pequeñas cosas. Solo era deseo. Nada más. Cualquier relación entre ambos nunca funcionaría.
— ¿Cuánto tiempo planea quedarse?
— Oh, supongo que el permitido por usted. —ella sonrió.
— No es la repuesta que esperaba oír.
— Por supuesto —la princesa alzó ambas cejas—, será hasta que mi escolta reponga suficientes fuerzas para continuar. No regresaremos a Lothlórien inmediatamente; queda mucho por explorar aún.
Por algún motivo desconocido, deseaba tener autoridad suficiente para ordenarle ir directo a casa, ignorando todo insignificante territorio inexplorado. Sin embargo, analizándolo correctamente, no podía hacer eso; Historia tampoco parecía aceptar órdenes, aunque viniesen expresadas por auténticos y honorables gobernantes.
Sin embargo, algo clamaba que, debajo de esa fachada insensata, perpetuaba una princesa guerra honesta e inteligente. Thranduil inmediatamente sintió vergüenza; era unos cuantos siglos mayor, además de tener fresca la honorable memoria de su fallecida esposa. Ninguna circunstancia extraordinaria podría excusar los impuros pensamientos esbozados hacia la grácil señorita. Quiso apartarse, cediéndole espacio, y tal movimiento ocasionó cierta incomodidad incrementando entre ambos. Historia aclaró su garganta.
— Bastarán unos tres días más, mi señor, para reponer fuerzas e inmediatamente encaminarnos a otro territorio. Ha sido usted muy considerado y amable. Resuenan siempre las grandes proezas del rey Thranduil del Bosque Negro, no me sorprende su carácter. Mis padres alguna vez pretendieron visitarlo, pero no pudo concretarse.
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HISTORIA | Rey Thranduil
Fiksi Penggemar«𝐌𝐢 𝐚𝐫𝐜𝐨 𝐲 𝐟𝐥𝐞𝐜𝐡𝐚 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐝𝐞𝐟𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫á𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐳a». «𝐓𝐞 𝐝𝐞𝐟𝐞𝐧𝐝𝐞𝐫á𝐧 𝐚 𝐭𝐢», 𝐫𝐞𝐬𝐩𝐨𝐧𝐝𝐢ó é𝐥. Historia, hija de Galadriel y Celeborn, viaja por la Tierra Media buscando una aventura. Carga sobr...