Viernes por la tarde, Celeste salía de la universidad en su coche rápidamente para arreglarse y luego ir en busca de buen sexo y uno que otro obsequio de alguno de los hombres con los cuales se acuesta. De hecho, su coche se lo había regalado el dueño de una empresa muy importante, en una noche de sexo él le dijo que pidiera lo que quisiera y ella le pidió un auto, en la mañana del día siguiente estaba un audi rs5 en la entrada de su departamento con un cartel que decía su nombre en letras gigantes. Sonrió al recordar como lo obtuvo.
Llegó a su departamento, se dio una larga ducha, al salir, ya seca, se puso unas tangas negras de encaje y sostén a juego, secó su liso cabello e hizo rulos en las puntas, luego se aplicó un maquillaje suave y corrió a elegir la ropa. Se decidió por un vestido mangas largas, negro de encaje y a la mitad del muslo, perfecto, pensó, tacones negros louboutin, cartera de mano plateada y accesorios a juego. Salió de su departamento a buscar a su mejor amiga Kathleen para luego dirigirse a Florida Room donde seguro conseguiría un buen polvo. Iban frecuentemente y por acostarse con el dueño no tenían que hacer fila, por lo que a penas llegó, la dejaron pasar. Se acercaron a la barra con sus sonrisas pícaras y pidieron dos margaritas. Luego de unos minutos se le acercó un hombre muy atractivo.
-Hola ¿quieres bailar?
-Por supuesto- se levantó y guiñó un ojo a su amiga. Bailaba sensualmente y creía que no tendría acción esa noche, hasta que una gran mano se posó en su cadera y la pegaba más a un duro torso y sintió una gran erección en su trasero. Sonrió al sentirlo. El chico le dio la vuelta para dejarla frente a él, besó sus labios y continuaron bailando sensualmente hasta que su miembro estuvo aún más duro.
-Oh chiquilla ¿sientes lo que ocasionas?- preguntó pegándola aún más a él, si es que era posible.
-Creo que tendré que solucionarlo- respondió fingiendo inocencia.
-Claro que sí, salgamos de aquí- la tomo de la mano alejándose de la pista.
-Hey ya va...
-No me digas que ahora no quieres-dijo en tono cansado.
-No es eso, debo avisar a mi amiga que se lleve mi auto.
-Claro, vamos-
-Kath, debo irme, llévate mi auto-dijo mientras le entregaba las llaves.
-Claro amiga, cuídate- se acercó y besó su mejilla.
-Tu igual- Dijo y salieron del club.- ¿A donde iremos?-preguntó ya en el aparcamiento.
-A mi departamento. A menos de que lo prefieras en el tuyo.
-El tuyo estará bien. Dijo sonriendo coquetamente. Se montaron en el auto y se presentaron formalmente y al darse cuenta, ya estaban en el edificio.
-Aquí es, vamos.- salieron del auto y la tomó de la mano. Subieron al elevador y a penas cerró sus puertas Cristopher, el hombre con el que iba, se avalanzó a ella besándola con fiereza. Ella al principio no respondía, pero al salir de su trance y hacerlo abrió su boca dejando entrar la lengua de Cristopher a ella, también correspondiéndole. Salieron del elevador entre besos, ya podía sentir una gran erección contra su feminidad. Entraron al departamento quitándose la ropa. Ella rompió el beso y se arrodilló, desabotonó los jeans de su acompañante y los bajó junto con sus bóxers, al ver su gran miembro abrió mucho las ojos.
-Tranquila chiquilla, seguro si cabe en ti-dijo con una sonrisa ladeada.
-Al menos lo intentaré- abrió su boca y besó la punta de su miembro, pasó la lengua alrededor de esa misma parte y sólo escuchaba los gemidos de Cristopher, siguió introduciendo el miembro en su boca y cada vez lo hacía más rápido a medida que sentía que él estaba cerca de correrse, luego de unos segundos sintió un líquido espeso en su boca y lo tragó rápidamente,
-Ahora es tu turno chiquilla-dijo Cristopher cuando se recuperó de su orgasmo.
-Claro que lo es- No pudo seguir hablando porque sintió unas manos en sus piernas, subiendo y bajando lentamente cada vez más arriba, hasta que llegó a sus tangas y las bajó, ella gemía como una loca. Luego sintió una mano dentro de sus tangas, masajeó su clítoris y ella soltó un gran gemido que se vio interrumpido por otro al sentir dos dedos dentro de su vagina.
-Oh chiquilla, que estrecha estás-ella sólo asintió y luego esos dos dedos empezaron a salir y entrar en ella bruscamente hasta que sintió tres dedos y soltó un grito de dolor y placer a la vez, esos dedos entraban y salían cada vez más rápido haciéndola llegar a un gran orgasmo. Cristopher la sostuvo en sus brazos.-Vamos chiquilla que aún no terminamos- la llevó a su habitación y quitó sus tacones, no sin antes deshacerse por completo de su propia ropa, desde los pies de Celeste fue ascendiendo mientras ella gemía. Fue levantando su vestido hasta retirarlo por completo, besó su boca y descendió por su cuello hasta llegar a sus pechos, desabrochó el sostén y los metió en su boca, primero el derecho y luego el izquierdo.
-Cristopher hazlo ya.
-No te me desesperes chiquilla- pasó por encima de ella hasta llegar a la mesita de noche y sacar un envoltorio plateado, se colocó el condón y entró en ella sin previó aviso- por Dios, que estrecha estás, así me gustas.
-Ajá- Gimió ella. Él empezó a moverse con fiereza cada vez más rápido- Más.
-Dime cariño.
-Más..Ma-Más rápido- Dijo ella casi llegando a su segundo orgasmo. Él hizo lo que ella le pidió y minutos después llegaron juntos a uno de los mejores orgasmos de sus vidas.
