Por las calles se murmuraba una vieja leyenda urbana.
"El diablo y los contratos, dale lo más valioso y a cambio recibirás lo que tu codicia anhela".
Pero lo mas interesante de este relato, es al que unge como el partidario del diablo.
¿Como espe...
Nada es gratis, tenemos que pagar por todo. Sí una cosa da beneficio, tenemos que pagar por otra. Por una vida, una muerte. Incluso por la música que tanto hemos escuchado, hemos tenido que pagar también.
Pagaste tu música con tu esposa.
El infierno se siente ya satisfecho.
The tiger's bones. Ted Hughes.
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La llama de las velas estaba por extinguirse.
¿Cuantas horas habían pasado?.
El sol estaba por salir e iniciar otro día, y no había señal alguna de que fuera a brotar un ente con el contrato del siglo desde el interior del circulo de runas.
«¿Cómo pude caer en estas tonterías?, Es obvio que se trata de un montón de mentiras» pensó ese hombre antes de ser sorprendido por la fastidiosa alarma de su teléfono.
4:00 am, debía empezar a prepararse para el trabajo.
Con pesar se levantó del suelo y lentamente apagó una por una de las velas que se esparcían por la sala vacía. No había muebles, solo una pila de ropa sucia en una esquina y recipientes vacíos de comida en el centro. Todo el departamento se encontraba en las mismas condiciones.
Su esposa se había marchado hace seis meses, llevándose a sus hijos con ella. Ahora solo le quedaba la vieja cama que compartieron y menos de un tercio de un sueldo de mierda gracias a la manutención que debía pagar si no quería problemas.
Una vez terminado con las velas, uso la manga de su suéter para borrar la tinta en el suelo pero sus intentos fueron en vano ya que las motas negras no se desvanecían.
Bufó molesto mientras se levantaba del suelo, sacudió las rodillas de su pantalón y se adentró por el corredor.
Botellas vacías arriba de la encimera a la izquierda, una habitación sencilla a la derecha. Al fondo el baño con azulejos blancos que era hacia donde se dirigía. Al llegar, fue despojándose de su ropa aunque solo alcanzó a quitarse el suéter beige cuando la figura de un joven de veintitantos años se reflejo en el espejo.
—¡AHHH!.
—...Patético.
El joven resopló mientras se separaba de las baldosas de la pared— ¿Eres el mismo sujeto que trazo esas, por cierto, horribles runas en el suelo, y aún se atreve a asustarse por algo como esto?, ¿Al menos quieres que diga "Booh" o alguna mierda parecida para que enserio justifique tu pánico? Porque podría hacerlo.
El hombre se había movido hacia el interior de la ducha en lo que ese extraño parloteaba, sin despegar su vista de los movimientos del chico, estiro su mano hacia arriba hasta alcanzar el cabezal de la regadera. Una vez el objeto oxidado estuvo en su poder, lo apuntó hacia el intruso.
