Por las calles se murmuraba una vieja leyenda urbana.
"El diablo y los contratos, dale lo más valioso y a cambio recibirás lo que tu codicia anhela".
Pero lo mas interesante de este relato, es al que unge como el partidario del diablo.
¿Como espe...
El capítulo puede llegar a ser un poco desconcertante. Se habla del infierno o el DiYu, (como se le conoce al infierno Chino), algunos de sus 18 niveles y los castigos que se imponen en cada uno. Podrán encontrar links de apoyo en mi perfil.

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—...Wei Ying.
—Je... ¿Porque actúas asustado, Lan Zhan?.
El viento arrastraba consigo el aroma de carne siendo incinerada. La madera ardiendo creaba ecos chispeantes y el debilitado techo del orfanato colapsó al quedarse sin sus vigas de soporte. Los niños, las cuidadoras... nada quedo intacto y todo fue consumido por el fuego.
—Soy el diablo, existo para hacer este tipo de trabajos.
—Tú nunca lo habrías hecho.
—¿¡CÓMO ESTÁS TAN SEGURO, LAN ZHAN!?— Wei WuXian se levantó del suelo y con sus manos cubiertas de hollín tomó las solapas del traje inmaculado de Lan WangJi. Los ojos del demonio trasmitían desesperación, reflejando la urgencia que lo albergaba para qué el hombre frente suyo viera la realidad, que aceptara el gran crimen que cometió— ¡Yo hice esto!.
«¿Cuándo lo entenderás, WangJi?, ¡La persona que conociste siglos atrás se fue!» Quiso agregar, más las palabras se hundieron en la garganta de Wei WuXian quién solo puedo reír amargamente.
—¡No, tú...
—WangJi, aléjate de él.
Lan QiRen demandó autoritario al llegar a la escena. El viejo maestro encabezaba a un grupo de al menos, treinta celestiales; todos parte de las familias ancestrales.
Por su parte, WangJi ya contaba con que esto pasara y estaba listo para enfrentarlos. Pero eso no impidió que su semblante adoptara matices de decepción al notar entre el grupo de personas a la cara conocida de su hermano mayor, Lan XiChen.
—Piérdete.
A sus espaldas, Wei WuXian farfulló en su dirección. Lan WangJi dió un vistazo rápido a sus espaldas creyendo que era un malentendido, pero mayor fue la sorpresa que lo recibió al encontrase al demonio mirándolo con repudio.
—Wei Ying...
—¡PIÉRDETE, PIÉRDETE, PIÉRDETE!
El corazón del celestial se encogió con cada repetición, pero inamovible, Lan WangJi se mantuvo en su lugar como si de una gran montaña se tratara.
