Acto 2: Un jefe idiota.

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Lan WangJi regresaba de una tediosa cena con sus compañeros.

No gustaba de convivir con los demás profesores, aunque al ser el único de los dos jades disponibles no tuvo opción alguna más que acompañar a su shūshū que era el rector de la universidad.

Su hermano también influyó un poco en ese resultado; dos días antes lo llamó para tratar de persuadirlo a ir y aunque se negó a tal cosa, su oposición no duro demasiado luego de que XiChen expusiera su preocupación en su estado de ánimo.

Sería el primer otoño que no estaría cerca.

No soportó el escucharlo hablar de eso y después de aceptar asistir a la cena, cortó la llamada sin una despedida.

La reunión se llevo a cabo como se esperaba; los mismos hombres presumiendo sobre el rendimiento de sus alumnos en la asignatura, las medidas de educación que adoptaron y el mejoramiento en su crecimiento como docentes. Fueron pocos los que se animaron a entablar una conversación con el segundo jade, todos sabían de su nula habilidad para socializar y preferían evitarlo, pero los escasos profesores que se atrevieron solo fueron por un claro motivo: su hermano.

Y es que Lan XiChen era popular entre los adultos de esa institución.

Para unos, por ser su modelo a seguir, y para otros tantos— en especial de las profesoras— por ser el prospecto de hombre soñado.

Lan XiChen antes impartía las clases de música. Cuando él tocaba la flauta todo el mundo parecía ser hipnotizado, ya que la pesadumbre y anhelo que transmitían sus notas lograban mover hasta el espíritu más reticente. Todos los recitales eran un éxito si él era el encargado de dirigirlos, la academia de musica era tan concurrida si el primer jade realizaba exhibiciones.

Pero desde que partió a Berlín, todo la universidad se sumió en una especie de luto.

A Lan WangJi no le importó que preguntaran por XiChen antes de siquiera saludarle correctamente, ya estaba acostumbrado. No era su primera vez en un evento de este tipo, pero si lo era estando solo. Nada cambiaba, sin su hermano o no, siempre era lo mismo. A nadie parecía importarle Lan WangJi realmente, y era bueno, era un pensamiento mutuo.

Unas respuestas previamente meditadas fueron suficientes para alejar a toda ese montón de interesados.

La 1 a.m llegó y tanto WangJi como Lan QiRen decidieron que era hora de regresar a su hogar.

El viaje fue tranquilo, no hubo ningún comentario sobre la reunión u opinión alguna sobre el tipo de comida que sirvieron, solo un largo silencio.

Al llegar a casa, Lan WangJi se despidió de Lan QiRen y luego de activar el sistema de seguridad, subió a la segunda planta de la casa en donde estaban todas las habitaciones. Cruzó el pasillo y antes de ingresar a su habitación, su mirada se desvió a la puerta que correspondía al dormitorio de SiZhui.

Era muy imperceptible, pero Lan WangJi pudo percibirlo. La atmósfera no estaba en sintonía.

Su ceño se frunció y rápidamente se dirigió hacia el punto donde emanaba tal inquietud.

«Él no puede estar...» Se sorprendió al encontrarse conteniendo el aliento mientras giraba la perilla.

SiZhui descansaba sobre el diván. Uno de sus libros estaba entreabierto y descansaba sobre su pecho y una manta cubría a su hijo adoptivo mientras este soltaba imperceptibles ronquidos de vez en cuando.

Un suspiro de alivio... o tal vez de decepción escapó de los finos labios de Lan WangJi.

Dejo pasar su inquietud y se propuso ir a su propia alcoba.





Devil's Advocate (ZhuiLing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora