Inquietud (XVII)

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Cuando se aproxima la noche, me invade una inexplicable inquietud, como si la noche ocultase una terrible amenaza para mí.

Pasó una semana, pero la sensación temporal correspondía a un mes. El haber concluido tal episodio de presenciar mi propia muerte en sueños. Provocó cierta desconexión con eventos de esta índole. Esta inconexión duró hasta la fecha de este registro, escrito en mi cuaderno.

El ambiente es frio y húmedo. Me siento en un eterno invierno. Más sombrío que de costumbre. Aún con la convicción y esperanza de no sentirme atormentado por esta situación. 

Vuelve a ratos la pesadumbre. Atrapado entre murallas solo con mi mente y somnolencia. Pienso en los sueños lucidos, y el cómo controlarlos para sacar un provecho. Sonrió al aire.

Trato de leer, pero no comprendo las palabras y apenas distingo las letras. Camino de un extremo a otro sintiendo una presión constante en el pecho con el temor de dormir: un miedo innegable a la cama. 

Ni siquiera aquel libro sin título, que he decidido nombrar como Manual de Ensueño me ha distraído del continuo pensar que me agobia e inunda a cada momento.  He estado intranquilo. Quiero dejar de sentir esto pero no puedo.

Para qué hablar de mi familia. Escasas interacciones, ya no comemos juntos y las conversaciones son casi nulas. A veces pienso que es mejor así y me invade una melancolía por breves momentos.

Nació una inseguridad por el incierto devenir.
Cada vez que me acuesto, espero el sueño como si desease mi muerte.
Me mantengo introspectivo hasta el momento en que caigo bruscamente en el sueño como si me ahogara en un abismo de agua estancada. No es un sueño si no una pesadilla que se apodera de mí.

Lo que viví anoche es tan extraño, que cuando lo pienso pierdo la cordura.
A media noche sentí sed, bebí medio vaso de agua y al volver a percatarme estaba nuevamente lleno. Con mi voz temblorosa me pregunté ¿Quién se había bebido el agua? ¿Quién más que yo?

Esta doble vida misteriosa, me tiene agotado. Observó nuevamente el cristal transparente y ahora está vacío, no entiendo nada.

Miro a mi alrededor: la ventana, mi reflejo y mientras experimento esta intensa conmoción decido avanzar en lo único tangible, mis estudios, la lectura pendiente.

VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora