Cuaderno (XVIII)

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Llevo días escribiendo en mi cuaderno; dejando un registro de mi experiencia. He pensado que si alguien lo encontrase pueda servirle de guía. Redacto estas notas en hojas aleatorias, sin un orden específico.

Sentía una liviandad casi infinita. El canalizar vivencias en simples párrafos, así suprimir la necesidad de compartir lo más profundo de mi esencia: mi desahogo.

Abro de vez en cuando el manual de ensueño; pero sólo está escrito hasta el primer capítulo. Las demás páginas siguen en blanco. Hecho inverosímil y extraño.

Una ajena sensación me invade de tanto en tanto, la reminiscencia de matarme en sueños me provoca náuseas y cambios de temperatura repentinos.

La noche era hermosa y fría, en otra ocasión me hubiese encantado mucho más.

La soledad se convirtió en mi normalidad. Había forjado fuertes lazos con amistades pasadas, y aún siendo así, nos frecuentabámos con escasez.

Elevé mis ojos al cielo, y tras el cristal de la ventana, me percaté que no había luna. Las estrellas brillaban en las profundidades del cielo con estremecedores destellos.

Me cuestioné sobre aquellos cuerpos celestes distantes.
¿Quién vive en aquellos mundos? ¿Qué formas tendrán, qué seres vivientes, animales o plantas, existirán allí?  ¿Podré visitarlos en sueños?

En plena reflexión, sentí una presencia en mi habitación y creí haber oído leves pisadas.
Observé a mi alrededor, dando vueltas en calma... Nada.

Me acerqué a la puerta para salir... Estaba cerrada con dos vueltas de llave. Presioné el interruptor y el foco no irradiaba luz. En mi desesperación forcé el cerrojo, sentí a alguien a mis espaldas, además deseaba con ansias ir a verificar los fusibles por un posible corte de luz.

Al abrir la puerta no podía creer lo presenciado. Un pastizal de un intenso verdor, el día despejado y claro. Lo contrario a lo descrito en previos instantes.

Miré mis manos, pero no experimenté sensaciones especiales. Quise entender lo que pasaba, pero una angustia indescriptible floreció.

Recordé amigos, familiares y a las personas que han sido importantes. Tan profundo fue el sentir que los divisé sobre el prado. Corrí para alcanzarlos y en mi intento, todo se esfumó.

Cansado, caí rendido en un paraje completamente oscuro, cerré mis ojos y desperté.

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