Descansa, pequeña constelación

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"¿Cons-te-la-ción?" deletreó una pequeña Mirabel de cuatro años sentada en las piernas de su tío donde ambos estaban bajo un árbol en la tranquilidad de la noche mientras Casita era un enredo de personas preparando una sorpresa especial para la niña más pequeña que cumplía años.

"¡Así es, Bella Bel!", felicitó Félix a la niña con euforia, provocando un chillido de felicidad en la menor que observaba el cielo estrellado. "Eres nuestra niña super inteligente, esa es una palabra muy larga". Elogió a su sobrina quien giró su cabeza un poco para poder mirarlo.

"Es más fácil que paga-para... ¿Paran...?" La niña frunció, mostrando cierto descontento ante su lengua enredada.

Félix sonrió con diversión. "Parangaricutirimicuaro, querida", ofrece con relativa facilidad, obteniendo un puchero de la infanta como respuesta, él entonces se ríe suavemente y con su mano revuelve los rizos rebeldes de su sobrina. "Creo que esa palabra no es para ti aún". Mirabel sólo resopló sin dar respuesta alguna, solo para volver sus ojos marrones al cielo. Félix miró en su dirección y después siguió su línea de visión para ver el grupo de estrellas que ella veía. "¿Sabes? Una constelación es un grupo de estrellas que forman alguna figura". Le explicó con voz suave, los grillos tenían una melodía peculiar y algunas luciérnagas habían aparecido.

Mirabel apuntó con su dedo un punto en el cielo "¿Esos que son?" Preguntó con curiosidad, inclinando un poco su cabecita hacia la derecha.

"Bueno, ¿qué tal si unimos las estrellas y encontramos algo?" Su sobrina asiente emocionada ante la propuesta, entonces Félix toma la muñeca de su sobrina, quien aún apunta con el dedo índice a las estrellas. "Bien, si llevamos esta estrella a esa otra ¡tenemos una línea!, y si esas dos solitarias estrellitas llevan una línea a su hermana ¡ahora están conectadas! Y sigue la siguiente hermanita, que es la rebelde de la familia, ¡wow! Ahora vamos por la que está más solita para hacerle compañía, ¡y seguimos a por las dos gemelas de ahí..."

Mirabel rio con alegría ante cada palabra de su tío, el brillo de las estrellas más el reflejo de sus lentes hacían destellar sus ojos, nunca perdiendo de vista la unión de las estrellas "¡Oh! ¡Oh! ¡Tío Félix! ¡Es una estrella súper gigante!" Gritó ella con alegría, volteando a ver a su tío con emoción.

Félix sonrió satisfecho "Así es, Bel". Le confirmó a su sobrina. "¿Y sabes que es lo más especial de una constelación?" La pequeña miró a su tío con curiosidad. "Que todo empieza con una estrellita solitaria. Por sí misma, brilla, pero uniéndola a otras, es capaz de mostrar mucha más belleza, y todo eso inicia con ella". La mirada de la niña brilló aún más, completamente fascinada. Félix le sonrió con cariño a su sobrina. "¿Sabes quién se parece a esa estrella pequeñita que termina uniendo a todas para hacer una hermosa constelación?" La niña lo observó expectante y Félix con su dedo índice tocó la punta de la nariz de su sobrina, y él... Él jamás podría olvidar la brillante sonrisa de su pequeña sobrina.

Félix observó el cielo repleto de nubes oscuras en el apogeo de la noche, en silencio salió de la casa, dejando a su hijo menor dormido en el sillón junto a sus hermanos y primas, que cansados de llorar cayeron rendidos en la sala de la señora Guzmán. El resto no había salido de la habitación donde tenían a Mirabel desde hace algunas horas, pero el llanto y los gritos habían cesado hace un tiempo ya.

La medianoche era mucho más oscura que de costumbre, apenas se podía vislumbrar el brillo opaco de la luna cubierta de nubes oscuras. Por un momento, podría pensar que son las nubes de su Pepi, pero recuerda que ya no hay magia, y quizás, las nubes de lluvia están tan oscuras y sin permitir que haya luz nocturna por su sobrina. Pepa solía apodarla "nubarronita" antes de que todo sucediera y Félix amaba como Pepa adoraba llamar así a su sobrina... Quizás el cielo repleto de nubarrones era una forma de golpear a su esposa en el limbo de la ironía.

Para Félix golpeaba el doble cuando ninguna sola estrella parecía dispuesta a asomarse entre la oscuridad de las nubes. Cerró sus ojos y negó con la cabeza, muchos "si tan solo..." se quedan en el aire de la noche, los cuales no importan, porque no pueden arreglar lo que pasó, él no puede corregir sus errores ni volver al pasado. Simplemente se queda como un deseo pedido a una estrella, un remordimiento clavado en el pecho...

Un destello por el rabillo del ojo derecho captó su atención así que observó con atención, notó a una pequeña mariposa dorada batiéndose en vuelo con calma. Por alguna razón, Félix no le perdió la pista al diminuto ser, que se acercó volando hasta estar volando frente a su rostro, simplemente para después seguir su curso, volando hacia arriba.

Félix siguió con la mirada a la pequeña criatura, y repentinamente, sus ojos se abrieron con asombro cuando las nubes hicieron una abertura en el cielo, mostrando un conjunto de estrellas brillar.

"¡Soy la estrellita! ¡Yo hago la constelación!" Exclamó la niña, lanzándose a los brazos de su tío y abrazándolo con fuerza. Félix la abrazó igualmente, dándole como extra un beso en la coronilla de su cabeza.

Algunas lágrimas cayeron de los ojos de Félix, quien bajó la mirada hacia el suelo, llorando en silencio mientras sonaban los grillos y algunas luciérnagas aparecían.

[...]

Nunca suficiente [Encanto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora