Katsuki Bakugou no era un hombre muy alto, pero sí poseía una fisonomía musculosa que le daba una apariencia similar a la de una bestia salvaje. Tenía una nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro pálido y unas pestañas largas y rubias que hacían sombra a sus ojos rojos y crueles. Su cabello era de un rubio opaco carente de vida; muchas veces solía llevarlo amarrado en una especie de nudo que ataba con dos cintas rojas.
Los hombres voltearon al percatarse de lo que su amo y señor sostenía en su mano derecha. Una prominente lanza de al menos metro y medio resplandecía en la penumbra. Un grito ahogado y el sonido de la carne siendo desgarrada marcó el inicio del sombrío rito.
—Mueran y sean comida de los hijos de la noche.
Una y otra vez desgarrando la carne. Una y otra vez salpicando su rostro con la sangre de sus enemigos.
La risa profunda y vacía se mezclaba con el silbido gélido del viento. Katsuki Bakugou amaba esto, amaba sentir la aspereza de la madera contra la palma de su mano mientras desprendía el último aliento de otro pobre diablo que se había cruzado en su camino.
Inhaló profundamente, dejando que sus fosas nasales se impregnaran con el aroma de la tierra humedecida por la sangre.
—Piedad. —Escuchó decir.
Bakugou sonrió mientras veía a sus pies a otro maldito húngaro; la mitad de su torso abierto ya estaba cubierto por los gusanos. Los asquerosos insectos se daban un festín a sus expensas.
—Piedad, por favor. —Volvió a pedir el hombre.
La mirada de Bakugou quedó fija mientras le atravesaba la cabeza al hombre con el filo de su lanza.
—Allí tienes tu piedad —respondió.
Sintiéndose rebosante y con la luna menguante iluminando su camino, se dirigió a su tienda, siendo el repentino aroma de la sangre dulce lo que lo hizo detenerse. Bakugou llevó una mano hacia su garganta, su boca caliente y húmeda, salivando por la sangre de un desconocido.
Sus sentidos se agudizaron y sus instintos por un momento parecieron haberse salido de control. Podía escuchar el barullo de sus soldados a la distancia, mientras el sonido desenfrenado de un corazón golpeaba una y otra vez su cabeza.
Sus pies se movieron solos, erráticos; primero fueron pisadas largas, pero luego sin percatarse había iniciado una carrera. Su cuerpo se inundó de una creciente desesperación: el deseo de sangre, la sed que quemaba fuerte y sin piedad su garganta. Algo dentro de él gritando: mío, mío, mío. Hasta que divisó al objeto de su deseo: un soldado, un sobreviviente, un maldito príncipe.
Sus ojos se abrieron hasta su punto máximo. Podía escuchar el enérgico corazón del joven que yacía amarrado en el suelo. Un pequeño hilo de sangre corría desde su mentón hasta su cuello. Su mirada quedó estática en la sangre que caía generosamente. La respiración del chico era torpe. Bakugou podía sentir cómo cada bocanada estaba impregnada de desesperación, de genuino dolor. El chico debía tener al menos un par de costillas rotas o algo mucho peor. Una preocupación sobreprotectora se clavó en su pecho. Una sensación extraña, desconocida.
—Pero qué bonita boca tienes, muchacho. —Escuchó murmurar a uno de sus hombres, haciendo que volviera en sí mismo.
El asco y la ira inundaron sus entrañas. Era suyo, esa pequeña cosa, ese despojo de ser humano, esa pequeña basura, todo de esa insignificante criatura ahora le pertenecía. Por una fracción de segundo sus propios pensamientos lo sacudieron. ¿Qué se suponía que estaba haciendo? Parecía estar sumergido en una especie de trance, pero el sonido metálico de la hebilla de un cinturón lo hizo volver a centrar su atención en la escena que tenía al frente.
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Valaquia [KatsuDeku]
Fanfiction❝ Algo dentro de él gritando; mío, mío, mío. Hasta que divisó al objeto de su deseo: un soldado, un sobreviviente, un maldito príncipe❞ [KatsuDeku] Segundo Lugar en los #BakuDekuAwards2022 Personajes pertenecen a Horikoshi-Sama. Historia de mi autor...