Midoriya se encontraba en su habitación, todo a su alrededor era un completo caos, sirvientes entraban y salían y él era el punto en dónde convergían todas las miradas. Dio un pequeño brinco cuando sintió el piquete de un alfiler.
—Perdóneme, alteza. —La chica al frente suyo agachó la cabeza avergonzada.
Midoriya negó.
—No te preocupes, solo me has sorprendido. —Le dio una sonrisa amable y la chica asintió siguiendo con su trabajo.
Finalmente era el día del solsticio, quizás se habría sentido un poco nervioso si hubiese tenido el tiempo para estarlo, pero desde que había despertado no tuvo ni un solo momento para estar a solas con sus pensamientos. La vestimenta que al parecer era tradición utilizar en esa celebración, era sumamente elaborada; intrincados bordados cubrían toda la parte superior de su chaleco, una mezcla de hilos rojos, negros y dorados. Había figuras de pájaros que nacían y morían dónde las romenias comenzaban a florecer. Llevaba también una camisa de seda blanca, tenía una textura tan suave que Midoriya sentía como si esta se derritiera contra su piel. Debajo vestía unos pantalones amplios y holgados de lino con bordados en hilos de oro y plata; este se sujetaba a su cintura gracias a un cinturón con una gruesa hebilla de plata. Calzaba unas botas en punta que se sentían firmes y cómodas al caminar.
Era un traje hermoso que gritaba opulencia, pero la verdadera pieza central era una enorme capa, la parte superior sobresalía en un manto blanco hecho con piel de animal, luego descendía hasta terminar en una gruesa tela de un intenso color rojo. La capa era muy parecida a la que había visto utilizar al Conde en tantas ocasiones.
Le dio un vistazo a la chica que trabajaba en su traje, sus finos cabellos de un rosa pálido caían sobre su rostro mientras mantenía un gesto de absoluta concentración. Llevaba un buen rato bordando los últimos detalles en dorado. Cuando por fin pareció satisfecha, le dio una última mirada admirando su trabajo, luego llamó a otra de las sirvientas y esta le pasó una cajita de madera sólida que portaba el escudo real de Valaquia.
Midoriya contuvo el aliento. Dentro de la caja, había una corona, era diferente a las que solía utilizar en Moldavia, pero no fue la opulencia ni el oro lo que lo conmovió, fue la delicadeza con la que parecía haber sido hecha, la manera en como el metal había sido moldeado para asemejarse a las ramas flexibles de los fresnos, y en como estas se torcían hasta terminar en finas hojas doradas. Los granates de un rojo profundo se entretejían como si un discreto ramo de romenias se fundiera con el dorado metal. Era un trabajo precioso, algo que solo un artesano hábil conseguiría. La chica le dio una pequeña reverencia y colocó la corona sobre su cabeza.
Midoriya vio su reflejo en el espejo, esa no era la corona de un príncipe, había algo más profundo e inquietante en el aura que emanaba, era un reclamo, la manera en que el Conde había encontrado de decirle al mundo que era suyo, que le pertenecía.
—Ya he terminado, alteza. —La chica le dio una última reverencia y caminó hasta la puerta—. Le deseo la mayor felicidad —dijo con una voz tan sincera que Izuku no pudo evitar sonreírle, luego agachó la cabeza y salió de la habitación.
Cuando por fin estuvo solo, Midoriya se permitió respirar. El naranja del atardecer se derramaba en la habitación y el aire tenía un toque cálido, como si la primavera se deslizara con timidez contra el tirano invernal. Se sentó en la cama y trató de calmarse, su corazón latía a toda velocidad, quería ver al Conde, lo anhelaba y en consecuencia el vínculo reaccionaba como una fina cuerda que hacía vibrar todo su cuerpo. Midoriya podía sentir como esta se enroscaba en su piel y la calentaba. Mordió sus labios y pasó una mano por su cuello. Hoy sellarían el vínculo eterno. Hoy serían uno, para siempre.
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Valaquia [KatsuDeku]
Fanfic❝ Algo dentro de él gritando; mío, mío, mío. Hasta que divisó al objeto de su deseo: un soldado, un sobreviviente, un maldito príncipe❞ [KatsuDeku] Segundo Lugar en los #BakuDekuAwards2022 Personajes pertenecen a Horikoshi-Sama. Historia de mi autor...