Llega un momento en que la razón de vivir encuentra un lugar en nuestra vida y de repente, todo lo que nos confundía empieza a tener sentido: nos vamos dando cuenta de que lo que importa son las cosas que no podemos ver y que las que sí podemos ver...
Hoy es un día más en la vida de un ser cambiante: Yo.
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¡De repente cae del cielo un relámpago de negatividad que me pega en la cabeza! Y todo ese amor y toda esa sabiduría que pretendo tener se vienen abajo, así como se caen los niños de los árboles. Muchas veces he querido desaparecer ese relámpago, pero entiendo que es parte de mí y que, así como se levantan los niños, tarde o temprano me levantaré.
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Por momentos me siento un listón que se desliza entre los escalones de las emociones. Soy un listón rojo que brilla, que cae sin hacer ruido. Cuando pinto siento que en mi pincel están las personas que más quiero, los sentimientos que escondo, el mal pulso y, más que nada, casa instante de mi vida que decide qué rumbo tomar. Creo que lo errores que he cometido, si es que lo son, han sido recortes de cosas infinitamente buenas. Con esos recortes he construido un collage y todos los días lo observo. A veces lo veo increíble y otras veces no lo veo para nada. Así como abro mi closet un día y sé exactamente qué ponerme y otro día, habiendo la misma ropa, no encuentro nada. No cambia el contenido del closet, sólo mi manera de verlo.
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Encuentras un sentido en la vida cuando haces algo por tí y por los demás, no cuando haces algo para tí y para los demás.
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El sentido del humor es como el sentido de la vida, el que carece de él, se pierde de una gran parte.
