Epílogo

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Se besaban como si no hubiese un mañana.

Estaban en el callejón al lado de aquella discoteca, aprovechando el tiempo pues alguien no quería mostrar su libertina vida sexual frente a un amigo que invitó.

Mnh, Changbin —gemía en medio del beso. 

Ssh, no hay que llamar la atención, gatito

Contrario a sus palabras, el moreno coló sus manos en la ropa ajena, proporcionando caricias en esa cintura de avispa

—No te atrevas a iniciar algo que no vas a terminar, Seo. 

Changbin sonrió ante las palabras de Felix. El muy desgraciado le había mordido el labio. 


Luego de un par de besos y caricias más, nada que rozara lo ilegal, se formaron en la fila para entrar. 

Si tan sólo Changbin hubiese adivinado lo que pasaría.

De un momento a otro, no era él quien mantenía con firmeza la cadera de Felix en sus manos, sino Hyunjin, su lindo dongsaeng con quien había quedado. 

¿Qué está tramando Felix...?

Changbin era consciente de que Lee, nunca jamás, sería amarrado. 

Pero nunca esperó que el rubio besara a Hyunjin allí, frente a él. 

El estómago comenzó a dolerle, mientras le daba la espalda a la parejita, sentado en la barra. 

Aun así, no podría decirse que él fuera la persona en peor estado. 

— ¿Por qué tuviste que traerlo...? —Una suave voz, similar a la miel, llegó a sus oídos. 

— ¿Seungmin? —Changbin mostró sorpresa. 

Kim sólo pudo soltar una muy desganada risa. 

—Sí, bueno, incluso Hyunjin olvidó que vinimos juntos en cuanto lo vio... 

Seo se sintió peor. 

Él era consciente de los sentimientos que Seungmin mantenía por Hwang. Aunque claramente no esperaba que algo así ocurriera...

—Lo siento...

Changbin posó su mano en el muslo de Kim, acariciándolo. Y él no lo alejó


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Después de que Hyunjin le dijera que comenzó a salir con Felix, Changbin se sentía peor que una escoria. 

En el trascurso de aquel mes, él había seguido frecuentando al rubio, ¡pero claramente no sabía que Lee le estaba dando esperanzas a Hyunjin! 

Nunca le haría algo como eso a su amigo. 

Por lo mismo ahora se encontraba subiendo en el ascensor, hasta el departamento del australiano. 

— ¡Felix, soy yo! —golpeó apresuradamente la puerta, asqueado de su propio libido. 

No obstante, la respuesta fue el ruido sordo de un par de cosas cayendo, y lo que parecía ser música ambiente

Sin rendirse, tocó el timbre hasta que la punta de su dedo se volvió roja.

— ¡Carajo!

Aquella no era la voz de Felix, ni de coña. 

Ex › 𝐇𝐲𝐮𝐧𝐥𝐢𝐱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora