Once: Algo incorrecto

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Aquel joven de negros cabellos observa la pantalla de su celular que le indica el camino, ese que le muestra las quizá veinte llamadas de su novia que se había dedicado a ignorar descaradamente, y luego mira por el parabrisas detalladamente mientras sujeta el volante con manos sudorosas. Mordía su labio inferior con brusquedad y una ansiedad le recorría el pecho. Entonces, su pie presionó el freno violentamente cuando logró visualizar el cartel adornado con luces neón que dice: Madelein Night Club. Y sabe que ha llegado al lugar correcto.

Lo piensa un par de veces, bota su celular a la parte trasera para seguir ignorando el nombre que aparece en pantalla no sin antes mandarle un mensaje a la chica diciendo que ha llegado y después baja del vehículo. Espera un momento recargado sobre la tapa del carro, hasta que la música se vuelve más fuerte indicando que alguien ha abierto la puerta, automáticamente aquel alza la mirada y observa a la chica de cabello rosa sacudiendo la falda que esa noche había decidido llevar encima de su pantalón.

—Hola—hablo apenas audible sin siquiera atreverse a mirarle, sus ojos estaban lo suficientemente llorosos como para corresponder ese bello mirar que Min le otorgaba.

No quería que el chico supiese que básicamente se había encerrado en el baño para meterse cocaina por la nariz, y luego llorar durante más de quince minutos, no quería que la notase tan, indefensa, tan hecha un verdadero asco. Eso no era de rock stars.

—¡Por Dios!—exclamo acercándose hasta donde ella—Tuve que tomar el carro de mis padres a escondidas, podrían castigarme de por vi...¿Qué te pasó en el rostro?

Cuestionó dejando que la preocupación le consumiera de golpe al notar aquel color morado alrededor de su ojo, aquel labio roto, y sangre seca adornando su pómulo. Su maquillaje se había corrido, si, pero sabía que aquello era debido a un golpe y no al rímel, estaba seguro.

—Escucha...—susurró acompañado de un suspiro pesado, sacándose de tal agarre—Te llame porque eres el único que no suele hacer tantas preguntas, así que...

—Claro, lo siento—se limitó a contestar abriendo la puerta del copiloto.

El peli negro apretó la manija con fuerza. No soportaba la idea de que un maldito imbecil hubiese lastimado el bello rostro de la peli rosa de esa manera.

Lo sabía.

Min sabia que Jamie poseía un carácter de los mil demonios, que difícilmente dejaba salir a flote sus sentimientos, pero también, conforme más le conocía, se percataba de que lo hacía para evitar salir lastimada nuevamente. Y entonces repentinamente una pregunta aprecio en su cabeza: ¿Cuánto daño debieron haberle causado en el pasado para obligarle a encerrarse en aquella bola de cristal templado en el presente?

—¡Imbecil!—se escuchó aquel grito a sus espaldas llamando la atención de ambos—¡¿Te irás simplemente?! ¿Tienes idea de la fortuna que gaste hoy en ti? El vodka no es gratis.

Yoongi lo siguió con la mirada, y cuando noto que se acercaba a Jamie, no lo pensó dos veces y se colocó en el medio.

—¿Algún problema?—vocifero llamando la atención del peli morado.

No es como si el chico se hubiese metido en esa clase de problemas antes, esos que involucran golpes e insultos, tampoco es que se la viviera haciendo ejercicio para marcar su abdomen o sus brazos, ya de muy poca casualidad, las piernas, sin embargo, si algo le había dejado el béisbol, era un cuerpo lo bastante ágil y un fuerte brazo como para al menos intimidar a alguien más pequeño que el.

—Olvídalo viejo, por mi puedes quedártela, ni que la chupara tan bien—murmuró girándose, calando en lo más profundo con sus palabras al deportista.

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