Diecinueve: Erick

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Aproximadamente habían pasado una hora y media esperando en aquel pasillo de hospital. Ninguno decía absolutamente nada, el padre de Jamie había llegado un par de minutos antes y la directora se pasó la siguiente media hora tratando de explicar cómo es que su hija había terminado en esa situación tan críticamente peligrosa.

¿Pero como decirle que ella había terminado encerrada en el armario del conserje y que un par de descerebrados la habían empujado a la calle por estar peleando sin que el hombre se enojará? ¿Acaso esa historia no se escuchaba ya lo suficientemente ridícula cómo para agregarle algo más ridículo todavía?

Min no podía evitar sentirse verdaderamente culpable, es decir, seguía pensando en que debió haberle hecho caso y simplemente marcharse cuando se lo pidió. ¡Pero no! Tenía que hacerle caso a su lado salvaje, aquel que le pedía golpear a Sheridan con todas sus fuerzas, y ahora, por su culpa, el amor de su momento estaba postrada en una cama sin poder moverse.

—Familiares de Park Ji-Min—mencionó uno de los médicos saliendo de la habitación.

Automáticamente todos se levantaron. Básicamente toda la caballería se encontraba en ese lugar.

—Yo soy su padre, ¿Cómo se encuentra mi hija, doctor? ¿Está bien? ¿Está muy herida? ¿Es demasiado grave?—espetó con la angustia reflejada al cien por ciento en su rostro.

—La jovencita está bien, afortunadamente no sucedió nada grave, sólo fue el golpe del vehículo y de la caída—explicó amablemente el hombre—Aún así me temo que gano una contractura en el cuello, un esguince de segundo grado en el tobillo izquierdo, y una ligera torcedura en la muñeca—explicó revisando su expediente—Lo que recomiendo es que se quede un par de días más aquí para descansar adecuadamente.

—Es un alivio, gracias—respondió liberando toda la tensión de sus hombros.

—Pueden pasar a verla si gustan, sólo sean ordenados, eso es todo. Me retiro—finalizó con una sonrisa antes de dar vuelta en el pasillo.

Decir que sintió la bastante calma, era poco. Incluso ya los dedos le dolían por estar tronándolos todo el tiempo por la ansia.

Después de que el padre de Jamie salió de la habitación, les brindo la oportunidad de pasar. Quería verla, Yoongi anhelaba con todo su corazón verla, pero...¿Con que cara? ¡Por el amor de Dios! Se sentía tan avergonzado que quería morir. Tirarse a las vías del tren sonaba muy factible en ese momento, pero, no había vías en ese momento, así que...

No podía pasarse toda la vida lamentándose, o dejando que la mente le carcomiera el cerebro de tanto pensar, entonces, obligándose así mismo, tomó todo el valor que pudo reunir en ese momento y entró a la blanca habitación. Conforme más se adentraba, podía observar la ventana a un lado de la camilla, los aparatos conectados a la chica tendida sobre la cama con un collarín alrededor de su cuello, un vendaje alrededor de su muñeca, en su tobillo, y un curita en la frente. Luego a las flores que se encontraban en el florero a su lado, flores que la madre de Min había comprado antes de prácticamente lanzarse al hospital.

—Hola—dijo parado en la entrada.

—Hola—respondió la peli rosa con tranquilidad.

—¿Te encuentras mejor? ¿Te duele mucho?—cuestionó acercándose un poco—¡No sabes cuánto lo siento! Soy un verdadero idiota. Me dijiste que nos fuéramos pero...

—Min, tranquilo, ya pasó—le interrumpió manteniendo la postura—Sólo fui golpeada por un auto, no me atropelló.

—Igual debió doler.

Ella no dijo nada, simplemente le dio la razón, porque en efecto, todo su cuerpo le dolía horrible ahora, y sabía que se pondría peor cuando la anestesia dejara de hacerle efecto. Pero ya que más daba.
Al final, el silencio terminó inundando la habitación, y Min creyó que ese era el momento perfecto para mencionar el porqué de su repentina aparición en la escuela.

I Kissed I Girl? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora