Capítulo 2: Entre las luces de Seúl

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Fátima

Me retoco el maquillaje frente al espejo de uno de los tantos baños de la universidad, ¡de verdad que me veo exhausta! Y no es para menos, creí que al ser el primer día de clases, los profesores se apiadarían de los extranjeros y darían la primera semana para poder adaptarnos a las exigencias universitarias... Me equivoqué. En el minuto uno de la primera clase del día, el profesor nos bombardeó con las rúbricas de calificación y contenido del semestre, además de dejar la primera tarea... ¡Una investigación de veinte cuartillas para la próxima semana! Las siguientes clases fueron exactamente iguales y los deberes solo se iban acumulando en enormes pilas de documentos sobre mi escritorio, pero lo más desesperante era ver cómo los alumnos coreanos rápidamente mantenían el ritmo sin dificultades mientras que la mayoría de los extranjeros apenas y podíamos distinguir lo que los profesores pedían y explicaban con rapidez.

Mi celular vibra al recibir un nuevo anuncio del foro de la última clase que acababa de tener...

—¡¿Eh?! ¡Se han vuelto locos!

La profesora tranquilamente mencionaba que nos dejaba cinco trabajos para la próxima semana, ¿qué si tengo quejas? ¡Claro que sí! Pero lo único que puedo hacer ahora es pensar en cómo terminaré todo sin morir en el proceso. Dos son de investigación y las otras tres son lecturas sobre sociología. Ah... Supongo que he de ir acostumbrándome a dormir menos. ¿Siempre les dan tanto trabajo a sus estudiantes aquí en Corea? Sabía que eran exigentes, pero no tanto.

«Espero que la cantidad de tareas para la próxima semana sea más humana» Sufrí en silencio al pensar en la montaña de cosas por hacer que se formaría al finalizar la semana.

—진짜... (Jinjja... = En verdad...)

«¡Ánimo, ánimo!» Me digo a mí misma mientras palmeo mis mejillas y dibujo una sonrisa en mi rostro, no me bajarían el ánimo tan fácilmente, me había esforzado mucho para lograr estudiar aquí. Checo por última vez mi reflejo antes de salir del baño, al abrir la puerta me encuentro con otra estudiante, a quien le sostengo la puerta y sonrío:

—오! 안녕하세요! (Oh! Annyeonghaseyo! = ¡Ah! ¡Hola!)

«¡Ouch!» La chica me miró como si fuera algún tipo de bicho raro, pasando su mirada de mi rostro a mis manos que sostenían la puerta. Otra cosa a la que me estaba costando adaptarme era a la frialdad de los coreanos, nadie te saludaba por la calle ni te sostenía la puerta al ingresar o salir de algún lugar. Debía admitir que comenzaba a extrañar la calidez de mis compatriotas. Un silencio incómodo se formó entre nosotras mientras la chica pasaba sin dedicarme ni una sola mirada más. Me encogí de hombros tratando de no sentirme mal y reafirmarme que era algo cultural.

—Supongo que aún no puedes dejar de lado la costumbre...

Me volteé de inmediato al escuchar a alguien hablarme en inglés, «¡Gracias, Diosito! Te juro que si escuchaba una palabra más en coreano, me arrancaría las orejas». Me encontré de frente con mi prefecta, fue inevitable mi sorpresa debido a que, en la corta semana que había estado instalándome en las residencias estudiantiles, en ni una sola ocasión me dirigió la palabra. Estuve a punto de preguntarle "¡¿Y ese milagro?!", pero creo que sería algo grosero de mi parte.

—¡Oh! ¡Aquí estás! Te estábamos buscando. ¿Ya conoces a nuestra Consejera Residencial?

Detrás de ella apareció mi roomie, Luli era otra estudiante internacional originaria de China, estando "acostumbrada" a la frialdad de los coreanos me llevé una agradable sorpresa al tener una roomie tan amigable y platicadora. Luli me regalaba una linda sonrisa mientras batallaba en mantener su gigantesca computadora entre sus manos y unos monstruosos libros bajo su brazo, definitivamente era evidente que estudiaba Ingeniería de Software.

Dating my CelebrityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora