Capítulo 26: Una Chica, una Fiesta y un Idol

266 43 1
                                    

Fátima

Ese arraigado instinto de regresar a casa con las llaves entre las manos, atenta, incluso antes de que el sol se oculte, temerosa a que haya algún hombre alrededor. Creí que todo lo relacionado con aquello se quedaría atrás cuando llegara a Corea del Sur, por desgracias no es así. Es irónico como las mujeres nos reímos para ocultar nuestro miedo e incomodidad, justo ahora eso hacía. Reír para ocultar mi incomodidad. No hay nada gracioso que provoque una verdadera risa.

—Es evidente que la señorita Fátima tendrá una buena trayectoria con este nuevo proyecto en el que se le está dando la oportunidad de participar—Continuó el hombre de quien no recordaba el nombre. Era un señor como de cincuenta años, esbelto y elegante, claro que algo en él no cuadraba. Esa enfermiza intuición se estaba apoderando de mí cada que el hombre a mi lado colocaba su mano en mi cintura, invadiendo mi espacio personal, y hablaba con los demás en la mesa.

En mi país muchas chicas escondían su figura con tal de cerrarles la boca a cualquier tipo que las viera, antes de irme me enteré que el movimiento feminista comenzaba a tomar más fuerza, pero aún así... Seguía siendo uno de los lugares más peligrosos para ser mujer.

—Es una chica muy bonita—Se inclinó sobre mí aquel hombre con una sonrisa extraña—, estoy seguro que se abrirá paso en la industria—Sonrío para aliviar la tensión, deseando que esto no se ponga peor y comenzando a analizar la situación para zafarme de ella, ¿dónde estaba la señorita Lee?—. Claro que necesitará ayuda, esta industria es difícil para las mujeres, yo podría...

Sentí como el agarre en mi cintura se afianzó. ¡Qué mierda! ¡HASTA AQUÍ! ¡¿Por qué tendría que aguantar a semejante pedazo de animal?! Con una sonrisa forzada, quité amablemente su mano de mi cintura, no pienso sentirme incómoda e invadida por este viejo:

—Gracias. Pero estoy segura que podré hacerlo sin su ayuda, señor... ¿Disculpe cuál era su nombre?—Ni siquiera lo dejé hablar—. Como bien sabrá, no soy sólo una cara bonita, tengo talento. Y sé que tendré que trabajar duro para llegar a donde quiero estar.

"Yo lo sé, tendré que trabajar más duro que usted y cualquier otro hombre, esa es la manera y no necesito su ayuda" Eso era lo que quería decirle. Traté de sonar sarcástica y burlona. Su rostro se veía desfigurado, ¿le había faltado al respecto? Pues me importaba poco. Estaba cansada de forzar risas y fingir sonrisas en este lugar que alberga sonrisas gastadas. Antes de que el viejo pudiera contestarme o yo pudiera decir algo más, ví ese rostro. Ese rostro que únicamente había visto a través de una pantalla. El tiempo se congeló, esto debía ser alguna clase de sueño o alucinación. Era imposible. Podía jurar que esos ojos al atrapar los míos susurraron: "¿Nos conocemos?". Cruzaba el salón con total seguridad, su silueta comenzó a abrirse paso hacia mí. Mi corazón se detiene.

«¡Cielo nuestro que estás en el padre! ¿Te digo qué pareces? Pareces el amor de mi vida».

—¿No cree que es una locura, Señor Moon?—Esa familiar voz masculina se hizo oír, mientras que yo me pellizcaba disimuladamente el brazo. ¡Auch!—. Me refiero a que como usted bien lo sabe, la industria del entretenimiento es muy dura para una mujer, hacen el mismo trabajo que cualquier hombre todos los días, incluso a veces llevan sobrecarga, y aún así les pagan menos sólo por la forma en que su cuerpo está hecho. ¿No cree que personas como nosotros que podemos hacer que eso termine deberíamos hacernos cargo en lugar de sólo dar promesas falsas?

Pestañeé una y otra vez a la espera de despertar de este sueño para decepcionarme al reaccionar tumbada en la cama entre la oscuridad de mi habitación. Pero no, esto de verdad estaba sucediendo. Tenía frente a mí a Park Hyung-sik mejor conocido como Jay, el rapero principal de TYF. Llevaba un traje negro y su oscuro cabello estaba peinado hacia atrás, su metro noveta de altura lo hacia ver imponente a comparación de todos en la mesa y su rostro serio tenía una advertencia. Entonces el chico me miró, extendiendo su brazo hacia mí, estando dispuesto a recibir tanto una negativa como un asentimiento de mi parte. Era libre de elegir. Acepté su brazo y lo entrelacé con el mío.

Dating my CelebrityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora