Capítulo 2: Entre las Sombras del Hogar

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-¿Estás segura de que quieres irte? -preguntó finalmente mi madre, mientras los minutos parecían dilatarse en la sala abarrotada de maletas y ropa.

-Sí, mamá -respondí con un tono que trataba de ser firme, aunque mis palabras sonaban más a reproche-. Sabes cuánto he esperado esta oportunidad.

-Lo sé -dijo ella, tratando de mantener la calma-. Pero, ¿por qué tan lejos de tu familia?

-Te escribiré todos los días, ¿sí? -intenté asegurarle con la mayor convicción posible.

Sus lágrimas comenzaron a fluir con más intensidad. -Tus hermanos se fueron y ahora tú también... -su voz se rompió, desbordada por la tristeza.

-No me iré para siempre, prometo regresar a visitarte, mamá -le dije, tratando de calmarla.

Ella sollozó más fuerte, y cada palabra de consuelo parecía hacer que su dolor fuera más profundo. -Eso no es cierto -dijo, entre sollozos.

-Sabes que no los dejaré -reafirmé con determinación.

-Lo sé -dijo ella, intentando recuperar la compostura-. Termina de empacar y yo iré abajo a preparar la última cena familiar.

-Está bien, mamá -respondí con una sonrisa antes de que saliera de la habitación, llevándose consigo el eco de su dolor.

Mientras empacaba, me asaltaron pensamientos sobre el pasado. No había visto a mis hermanos desde hacía tiempo. Lisa, mi hermana mayor, es una destacada abogada y cantante. Harry, mi hermano del medio, es un exitoso productor musical. Yo soy Sarah, la más joven. Cada uno de nosotros se fue de casa en diferentes momentos, y aunque nos llevamos tres años de diferencia entre cada uno, su partida dejó un vacío que se hacía más palpable a medida que me preparaba para mi propia partida.

Mamá siempre decía que deseaba verlos, pero las llamadas y los mensajes se habían vuelto ecos en el vacío. A veces, se sentía como si nunca hubieran estado allí. El distanciamiento se había convertido en una herida abierta que no sanaba.

-¡A CENAR, SARAH! -gritó mamá desde la cocina, rompiendo el silencio de la noche.

-¡YA VOY! -respondí con una mezcla de prisa y resignación.

Después de la cena "familiar", me di una ducha rápida. La necesidad de despejar mi mente y calmar mis nervios era urgente. Me puse unos jeans cómodos, un suéter cálido y unos Vans, lista para enfrentar el siguiente capítulo de mi vida. Bajé todas mis maletas y, junto a mi padre, las cargamos en el auto.

-¿Llevas todo? -preguntó mamá, con una preocupación que no podía ocultar.

-Sí -le respondí, con un intento de seguridad.

-Hay mujer, no exageres. Si olvidas algo, se lo compras allá -le dijo mi padre a mamá, intentando aliviar la tensión del momento.

-Sí, mamá, estaré bien -le dije, buscando transmitir confianza.

Con las maletas en el auto, el tiempo se detenía, y el silencio que seguía era más denso que cualquier conversación. Estaba a punto de emprender un viaje hacia un futuro incierto, dejando atrás el hogar y la familia en busca de un sueño que se desplegaba en un horizonte lejano.

Luke y SarahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora