you right [Tokyo Revengers]

💋 capítulo piloto

—Este... pues hasta eso está medio divertido. —Dijo Koko bebiendo su agua blanca. —¿Qué decían que era ésto?

—Agua de ochata...

—Horchata, inculto. —Bufó Rindo.

—Pues yo prefiero la de jamaica, sabe más buena. —Dijo Ran.

—Super innecesario tu comentario, eh, es obvio que la de horchata está mejor. —Me quejé.

—Oigan a la ridícula, soy team jamaica. —Dijo Inui.

—Pues team horchata suena mejor. —Dijo Koko, y Rindo asintió de acuerdo.

—Tres contra dos, horchata gana.

Ellos viraron los ojos.

—Esos mis fifis. —Exclamó alguien llegando. —¿Cómo se la están pasando en el reventón?

—Pues está cool. —Dijo Ran sin saber exactamente qué decir.

—¡Uh, Nana, ven a bailar! —Exclamó Emma llegando y jalandome con ella.

La música era muy extraña, al parecer era algo de unos 17 años y que era callada y así. Qué perro oso.

Emma me sujetó por la cintura y me tomó de una mano, después ella comenzó a moverse pero yo no entendía ni pío de este bailecito.

—Vamos Nana, mueve el bote.

—¿Qué es el bote?

—¡El trasero pues! —Rió divertida.

Miré a los chicos, quienes estaban siendo atosigados por unos gemelos de cabello rizado, y dos greñudos, uno de tatuaje de tigre y el otro con prominentes colmillos.

—Nana, ¿Te gusta alguno de aquí? —Me preguntó sonriente Emma.

—Pues... algunos están curiositos.

—¿Quieres que te presente a alguno?

—Mhm, no, así estoy bien, no quiero limosnas gracias.

A ver, creo que no lo expliqué, pero eran los quince años de Emma, y me había invitado, pero le dije que a mí no me dejaban salir si no iban mis friends, así que ella me dijo que los invitará, por eso estábamos aquí.

Y bueno, por lo que había investigado, era que las fiestas de quince años primero se comía y luego la quinceañera bailaba el famoso vals, pero no había nada de eso.

Sólo había alcohol, botanitas y un montón de borrachines.

Esto no es lo que me prometieron.

—¡Shot a la güera! —Exclamó alguien caminando hacia mi con una botella.

—Iugh, no me acerques tus manos, mugroso. —Seh, se me había salido un poquito lo fresa. —O sea, del nabo que me quieras emborrachar eh, ni siquiera te conozco, naco.

—Uy, que mamona, y nosotros creíamos que eras buen pedo. —Dijo cruzandose de brazos.

—Ni te topo, y ya vete, contaminas mi oxígeno.

El chico viró los ojos haciendo muecas exageradas, como haciéndome burla y después se fue.

—Ay perdón, manita, ese era Hakkai, uno de los amigos del Mikey.

—Ah, está bien. —Dije incómoda.

—¿Te incomodaste?

—Noo, ¿Cómo crees?

—Ay que bueno que no, porque había pensado que si.

Dios, soy yo de nuevo, llévatela o te la mando.

Y bueno, finalmente llegó el abuelo de la chica con un pastel en manos, todos celebraron felices.

—¿Por qué se emocionan? ¿Qué no tienen para comprarse pasteles en la cafetería? —Se quejó Inui confundido.

—Obvio no tienen, son de la baja sociedad. —Dijo como si nada Rindo. —¿Y mi bolsa Gucci? ¡No está mi...! Ay aquí está, mira que distraído soy. Ten Nana, a ti no se te pierde nada.

Los cuatro chicos me dieron sus bolsos, carísimos por cierto.

—¿Para que vienen con bolsos si me los van a encargar?

—Pues para presumir que nosotros tenemos y... ¡Puta madre!

—¡Perdón, perdón, perdón! —Exclamaba alguien tratando de limpiar la camisa super cara de Ran.

—¡Un perdón no me va a arreglar mi camisa que cuesta más que tus riñones!

—¡Lo siento, en verdad lo siento! —Exclamaba el rubio de ojos verdes.

—¡Eres un idiota, vas a tener que pagar ésto!

—Oye, Ran, relájate, fue un accidente. —Le dije acercándome.

—¿¡Cuál accidente!? Es obvio que éste pobretón lo hizo a propósito.

Abrí mi boca sin saber que decir.

—Ya, ya cállate, yo te pago tu camisa toda pedorra, y ya nos vamos, porque en buen plan, me están haciendo quedar en ridículo frente a todos aquí. —Gruñí.

—Pues haz lo que quieras, pinche fiesta culera.

Los cinco salimos de ahí, ya ni siquiera me despedí de Emma. Que oso, ya después la vería y le diría que show con lo que sucedió.

—Oye Nana, también tú... nos trajiste a un barrio de mala muerte. —Comenzó a hablar Koko. —Había visto en internet que los lacras hacían ese tipo de cosas para despistar y luego les robaban.

—Sólo callense, no quiero escucharlos.

—Ay wey, tampoco es como si la fiesta estuviera divertida. —Me dijo Ran mientras manejaba. —Todo estaba del nabo y habían muchos naquitos con sus trapos del Adidas, ni han de ser originales.

—Ran, ya. —Le dijo Rindo y el mayor bufó.

Ellos me dejaron en mi casa y se fueron, suspiré mientras entraba a la casa.

—¿Cómo te fue, Inana? ¿Todo bien? Creí que llegarían más tarde. —Me dijo mi padre.

—Fue un desastre, esa gente no sabe cómo divertirse. —Hice un puchero yendo a abrazarlo.

—Ya habrán más fiestas, tú tranquila, ve a decirle a tu madre que ya llegaste y luego bajas para comer algo.

Asentí haciendo lo que dijo.

Pudo haber sido peor, sólo espero que Emma no me odie.