CAP. 17

184 30 6
                                    

R: -Gracias, adiós.- Rubén rápidamente buscó sus llamadas y mensajes mientras salían de la tienda. -No puede ser, tengo treinta y siete mensajes... ¡¿Qué?! Necesito una computadora, Samuel. ¿Hay alguna computadora que podría encontrar en este pueblo olvidado?

S: -Sí, queda a una calle más.

R: -Bien.

Caminaron un poco más hasta que se vio en el ventanal de un local. El lugar parecía desierto. Rubén lo vio con el ceño fruncido un par de computadoras antiguas, Samuel estaba hablando con el hombre encargado. 

S: -Escucha- dijo el mayor llegando a su lado -Cuando se agote, saldrá un aviso. Solo pon las monedas.

El menor miró la mano de Samuel llena de monedas. ¡¿En qué época vivían ahí?!

R: -Pero... ¿En serio? ¿Monedas?- Rubén las tomó rápidamente. -¿No bromeas?

S: -Voy a estar afuera.

R: -¿P-pero qué se supone que haré? Yo...

S: -Estarás bien.- Dijo el mayor saliendo rápidamente.

Rubén quedó mirando las monedas que yacían en su palma por un momento. Volteó hacia la computadora y observó un aparato aparte. Ahí echaba las monedas, ¿no?

Se sentó y comenzó a introducir una por una.

R: -Muy bien, lo puedo solucionar. Soy un hombre inteligente y hermoso. Bueno, lo último no tiene nada que ver, pero igualmente lo soy.- Rascó su cabeza con el dedo anular y miró la computadora, esta hacía un ruido muy extraño. -¿Qué cojones...?

Miró a todos lado, incluso al hombre mayor que se encontraba sentado esperando clientes, pero le ignoraba mientras leía el periódico. De repente la pantalla se prendió, indicándole que ya lo podía usar. Escribió un link y apretó Enter para que el internet navegara. Esa cosa era realmente lenta.

Mientras se frotaba las manos, miró todo a su alrededor, y como si de una casualidad se tratase, su vista se detuvo justamente en la ventana, afuera más bien. Entrecerró sus ojos y sus labios se abrieron levemente. Samuel estaba conversando felizmente con Guillermo, su ex. Ambos reían gustosos mientras el de ojos achinados se acomodaba un poco el cabello, claramente coqueteando.

R: -Por eso estaba tan apurado en salir hace un rato...- Susurró.

Rubén sonrió sin ganas. ¿Por qué sentía una punzada en su pecho? Era ridículo. Su mirada bajó a la nada mientras pensaba en el beso que Samuel le había dado en la mañana. Obviamente eso no significaba nada, ¿O si? Ahora se aclaraba todo más que nunca.

Pero entonces si no tenía valor alguno, ¿por qué se sintió tan cálido y tan bien?

Respiró hondo y exhaló con fuerza inflando sus mejillas.

R: -Soy un gilipollas.

Lo de aquella mañana no había significado nada, simplemente había sido un impulso que se dio nada más. Y él fue un idiota al haberse sentido confundido con un beso que ni siquiera había sido importante para Samuel. Él parecía feliz conversando con su ex. Quizás con él sí quería casarse. Ahora que lo pensaba mejor, Samuel realmente se le veía feliz y enamorado al lado de Guille. Claramente lo de esa mañana no había significado nada.

Rubén frunció los labios y se sintió estúpido por caer en una tentación como esa. Apretó sus puños y caminó a toda prisa fuera del lugar donde se encontraba, luego de mandar el maldito correo. Necesitaba desaparecer con todas sus fuerzas. Quería ir a la mansión, tomar todas sus cosas e irse a casa como debió hacerlo desde un inicio. No quería arruinar la vida de Samuel y tampoco decepcionar a su familia, ahora es cuando sentía que estaba siendo un estorbo. Era otra la persona que debía de estar en su lugar.

Sonrió amargado y siguió caminando. En menos de dos segundos Samuel ya había llegado a su lado. Lo había visto salir y había ido hasta él inmediatamente cuando cruzó la puerta del local. El mayor le miró atento, Rubén estaba molesto, quizás recibió malas noticias o algo, y él sentía a kilómetros su mal ánimo. Lo conocía tan bien. Bajó su mirada, no sabía cómo hacerlo sentir mejor, porque no sabía qué era lo que le molestaba.

Obviamente el menor ya había sentido su presencia, y sin poder evitarlo le habló. 

R: -Y...- El peliblanco alzó las cejas. -Te agradó ver a Guillermo, ¿no?

¿Qué era esa pregunta tan de repente? Samuel frunció el ceño. Ni siquiera sabía que Rubén lo estaba viendo hablar con él. Aunque no hablaron nada comprometedor, simplemente lo saludó y preguntó cómo estaba.

Miró de reojo a Rubén, su semblante seguía igual.

S: -Sí...- Asintió. Guillermo ahora era más como un amigo o un hermano. Lo que tuvieron fue lindo, pero luego de eso, simplemente quedaron en buenos términos.

Rubén le miró entonces.

R: -Se veía muy bien hoy.- Comentó intentando sonreír.

Samuel presintió algo malo y bajó su mirada.

S: -Sí, así es...- Dijo, sin saber qué más responder.

R: -Debe ser lindo verse de nuevo y conversar

Rubén apretó los dientes. Samuel frunció el ceño, de repente se sentía culpable de algo. El tono de voz que Rubén estaba usando, le advertía que estaba haciendo algo mal.

S: -Solo me gusta charlar. Hablo mucho...

Rubén asintió y luego desvió la mirada. 

A: -¡Ahí están!

Rubén alzó la vista y vio a la madre y la abuelita de Samuel acercarse.

C: -Necesitamos a Rubén- dijo su madre, sonriendo.

Samuel vio a su madre tomar del brazo a Rubén mientras le hacía caminar. Esta vez el menor no dijo nada, y tampoco se volteó a mirarlo mientras se alejaba. Eso le hizo sentir extraño, como si hubiera una pared gigante entremedio alejándolo, haciéndole sentir mal de alguna manera. Su madre pasó un brazo amorosamente por la espalda de Rubén y Samuel no pudo evitar sonreír levemente.


La Propuesta-RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora