Sinopsis:
Imprevistos los enfrentan a cosas que nunca se hubieran imaginado.
Una incógnita y un hecho que puede cambiarle la vida a ambos.
Bianca seguirá en su búsqueda personal para conocerse y Thiago seguirá esforzándose para crecer en su carrera...
Una sola rayita rosada oscura, marcada en el espacio, solitaria, nada borroso al lado. Ni un solo motivo para dudar, pero igual me quedé mirándola un rato largo sin poder lograr que mi cabeza lo procesara.
Thiago se llevó las dos manos al rostro y se lo frotó dejando salir un suspiro aliviado y yo no podía dejar de temblar.
—Quiero estar más segura, tengo que hacerme otra. – le dije con el corazón galopándome en el pecho. Necesitaba más confirmaciones, no podía creerlo. Mi costado más pesimista no se conformaba, siempre estaba pensando que lo peor podía suceder, y aunque tuviera esa prueba con el resultado negativo, todo podía ser un error. Tanto miedo, tanta preocupación...
Mi chico alzó una ceja y abrió el cajón del lavabo, revelando otras cuantas cajitas más de otras marcas.
—No sé, entré en pánico y compré como siete. – explicó, rascándose la barbilla sin afeitar.
—Creo que voy a tener que tomar algo antes. – dije y sin decir nada más, me trajo una botellita de agua de la heladera y no nos separamos de ese baño por cuarenta y cinco minutos más.
Cuarenta y cinco minutos, y siete pruebas de embarazo negativas después, al fin pude respirar.
Debo haber pegado un grito antes de comenzar a saltar, o era un ataque de risa histérica, pero más tarde, la garganta me raspaba un poco. Era como un borrón, la memoria me falla un poco porque estaba en shock, pero lo que sí recordaba era haberme trepado a Thiago de un salto y que este me abrazara, mientras dábamos unas vueltas, felices.
—No puedo creerlo. – me reí y hundí la nariz en su cuello. De repente todo era más bonito. Los colores se veían más brillantes y el aire era más liviano. ¿De verdad me había costado tanto respirar? Si hasta hambre sentía, cuando antes solo sentía una piedra en la panza.
—Igual podrías pedir turno para ver si está todo bien. – me miró muy serio. —Llevas días de atraso, tomando pastillas.
—Ya de eso me ocupo cuando vuelva a Buenos Aires, ahora no quiero pensar más en nada que tenga que ver con esto. – dije, sacudiendo la cabeza. —Ahora quiero disfrutar del viaje y olvidarme de todo.
Y estábamos por hacerlo, cuando mi teléfono comenzó a sonar. Por supuesto, Mila, con el que tenía una conexión casi paranormal, estaba llamándome. Quería saber cómo había salido todo y si ya tenía novedades, como si hubiera podido leerme la mente o hubiera de alguna manera sentido a la distancia lo que estaba ocurriendo.
Puse la cámara y le mostré contenta las pruebas negativas.
—Vamos, pendeja. – había dicho aliviado, y después se había sacado el cabello de la frente con un gesto de la mano. —Dios, me habías hecho asustar.
Me reí y Thiago movió los labios para susurrarme que me dejaba hablar tranquila, pero ahora no quería que se separara de mí, así que negué con la cabeza.
—Te llamo más tarde, Mila. – me apuré en decir. —Avisale a Jaz que está todo bien y que era todo una falsa alarma. – agregué y colgué, tirando el celular por el aire, y haciéndolo rebotar contra la silla que había en el escritorio. Era una suerte que estuviera llena de mi ropa toda desordenada, que le amortiguó la caída, evitando que se hiciera pedazos.
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