Sinopsis:
Imprevistos los enfrentan a cosas que nunca se hubieran imaginado.
Una incógnita y un hecho que puede cambiarle la vida a ambos.
Bianca seguirá en su búsqueda personal para conocerse y Thiago seguirá esforzándose para crecer en su carrera...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Bianca
Otra cosa curiosa de las pastillas calmantes que había empezado a tomar, es que creaban resistencia.
Los primeros días me bastaba con tomarme media para dormir, cayendo desmayada, pero ahora necesitaba dos como para empezar a sentir algún efecto, y por esos días estaba nerviosa. Realmente quería sentir esos malditos efectos.
Las manos me temblaban todo el tiempo, era muy molesto, sobre todo teniendo en cuenta que me dedicaba a hacer tatuajes. Lo disimulaba con Homero tomándome una justo antes, pero entonces mi cara de dopada no hacía más que levantar sospechas.
Como sea, esa noche antes de ver a Thiago, me había tenido que tomar dos y cerca de las tres de la madrugada, una tercera, y aun así, antes de las ocho estaba con los ojos abiertos, mirando el techo, comida por la ansiedad.
Distracciones, eso quería.
Estaba que trepaba por las paredes y las horas no pasaban más en el trabajo. Había cumplido mis tareas con la cabeza en cualquier parte y apenas había llegado a casa, me había encerrado en el baño para prepararme. Habían pasado horas entre la ducha, las miles de cremas y exfoliantes que le había robado a Carlota en una de mis tantas visitas a la casa de mi padre, depilación a consciencia y maquillaje cuidado para estar lo mejor posible.
Otras tantas horas frente a los cajones de mi guardarropa pensando qué ponerme, sacándolo todo y tirándolo al suelo, haciendo que mi habitación pareciera víctima de un tornado o algo así.
Me había frenado apenas para tomar aire y para notar que mis dedos temblaban, mierda, tenía muchas ganas de vomitar... pero no podía concentrarme en eso ahora.
No podía darme el lujo de sentirme mal. No hoy.
Después de mucho insistirles, había logrado que mis amigos me acompañaran a comer y luego a bailar un poco como para ponernos a tono. No tenía ninguna intención de demorarme, todos sabían que apenas me llegara el mensaje que estaba esperando, desaparecería, pero así y todo, me habían hecho el aguante porque eran eso. Mis mejores amigos.
Jaz estaba sonriente, feliz y convencida de que este era un signo de que estaba empezando a mejorar el ánimo, así que entusiasmada bailaba conmigo y su novio un reggaetón horrible en un sitio de mala muerte que habíamos encontrado abierto cerca de casa.
Grego le decía algo al oído a Mila que me miraba con mala cara cada vez que me compraba otro trago de vodka. Yo resoplaba poniendo los ojos en blanco, y echaba la cabeza atrás como si estuviera muy concentrada en seguir el ritmo aparatoso y metálico que resonaba por todas esas paredes pegajosas mal iluminadas, apenas por esas luces baratas de colores fríos.
La bebida ardía en mi garganta y me mareaba como si fuera la primera vez que probaba alcohol. No contaba con sentirme así tan pronto, pero el adormecimiento era bienvenido si así podía ver todo más borroso y el dolor de mi pecho llegaba apenas como un eco lejano.