Bianca
Habían sido los meses más duros de mi vida.
Las cosas de las que antes me había quejado por puro aburrimiento, ahora me parecían una reverenda idiotez. No tenía idea de lo que era estar mal y podía decir que habiendo estado en lo más bajo, habiendo tocado fondo es que había aprendido algo. O al menos había ganado perspectiva.
La terapia me hacía bien, aunque al principio había renegado un poco de sus resultados pensando que ir a hablar con una persona para salir de la consulta llorando más fuerte que antes era contraproducente; me daba cuenta de que sin esos encuentros posiblemente me hubiera terminado de quebrar.
Contra todo pronóstico, superar la adicción a las pastillas había sido lo más fácil. Iba a las reuniones, me estaba cuidando con las comidas y descansando cuando se suponía que tenía que hacerlo. Me había reincorporado al estudio después de mes y medio y ahora estaba tapada de trabajo, lo que era bueno para controlar mis ataques de ansiedad. No necesitaba las pastillas, eso era un avance.
Era mi adicción a Thiago la que me estaba costando un poco más.
Los primeros días tras nuestra despedida podría haberme deshidratado de todo lo que había llorado, me sentía como si hubiera caído por un abismo y no podía ver el suelo. No veía final a todo mi sufrimiento, estaba deshecha.
Lo extrañaba día y noche, con cada canción, cada pequeña cosa que se me cruzaba, todo lo relacionaba con él y me había requerido un gran esfuerzo dejar de buscarlo en las redes sociales.
Si tenía que ser sincera, en realidad es que al principio mi amigo me había quitado el celular y se había negado a devolvérmelo para que no fuera a enviar un mensaje o una llamada que no debía.
De no ser por Mila, hubiera tenido no una, si no miles de recaídas.
Se había plantado en casa y no se me despegaba del lado ni cuando se lo había pedido muy expresamente en mis momentos más oscuros de desesperación. Y el camino a la recuperación tenía días de lo más oscuros, no sé cómo es que me había soportado, pero lo había hecho.
Me había sujetado de la mano y había sabido darme un abrazo cuando todo era demasiado.
Estaba mejor.
El recuerdo de aquella noche en la que casi había terminado con una tragedia ya no me despertaba desgarrada gritando por la madrugada en forma de pesadillas.
Había hablado mucho del tema, eso había ayudado. Como así también contactar con otras mujeres que habían pasado por lo mismo, y era una mierda saber que habíamos sido tantas.
Y voy a corregirme, porque mi psicóloga me había dicho que dejara de minimizarlo diciendo "casi tragedia", "lo que casi me había pasado", porque así como estaba, había sido lo suficiente traumático y tenía que llamarlo por su nombre. Abuso.
Había sufrido un abuso, había sido una víctima.
Lo único que podía hacer era aprender a sanar y gestionar cómo hacer las paces con eso que no me definía, pero me acompañaría hasta el día en que me muriera.
Nadie tendría que pasar por algo así nunca, pero de hacerlo, rogaba que todos pudiéramos contar con la cantidad de apoyo que yo tenía. Me acordaba seguido de aquella chica en el micro, esa Malena que se había sentado a mi lado sin tener que pedírselo, y solo podía esperar estar así de atenta y poder ayudar a alguna mujer de necesitarme.
ESTÁS LEYENDO
3 - Perdón por las mariposas, tenías razón
Fiksi RemajaSinopsis: Imprevistos los enfrentan a cosas que nunca se hubieran imaginado. Una incógnita y un hecho que puede cambiarle la vida a ambos. Bianca seguirá en su búsqueda personal para conocerse y Thiago seguirá esforzándose para crecer en su carrera...