Capítulo 49

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Bianca

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Bianca

Estaba agotada.

El desgaste mental tenía que ser algo psicológico producto de todo lo que había vivido porque si no, no me lo explicaba. No estaba yendo ni a trabajar y no podía mantenerme más de cuatro horas despierta.

Por eso es que mientras mi amigo seguía trazando sobre la hoja de manera hipnótica me fui dejando ir, cerrando los ojos hasta que todo desapareció a mi alrededor y quedé frita, exhausta y cuando golpearon la puerta de mi habitación, pensé que aún estaba soñando. Parpadeé confundida y vi que mi amigo se ponía de pie para abrirla.

—¿Qué haces vos acá? – le había dicho a alguien. Un alguien que ni le contestó.

Thiago pasó por su lado como si no existiera y vino directamente hasta donde yo estaba.

Mis ojos ahora sí se abrieron de golpe y boqueé sin entender mientras Mila me preguntaba con la mirada qué hacer. Asentí como pude y lo vi marcharse a regañadientes.

—Bianca... – dijo mi ex rodeando mi cama para quedar sentado en frente con el gesto más angustioso que había visto en su rostro.

Solo en dos ocasiones le había visto poner esa cara. Cuando me había recuperado tras quebrar en aquella fiesta y él se había perdido un partido importante pensando que me iba a dar una sobredosis o algo así... y cuando había despertado en ese hospital después de que Marcos me empujara.

—Estaba acompañándome. No... No dormimos juntos ni nada. – aclaré como una estúpida señalando la puerta por la que se había ido mi amigo.

Thiago negó con la cabeza confundido como si eso no le importara en lo más mínimo y siguió mirándome de esa manera tan extraña.

—¿Cómo estás? ¿Q-qué pasó? – tartamudeó nervioso y sus manos buscaron las mías casi automáticamente. Las miré impresionada porque el contacto no me había generado rechazo ni nada. En los últimos días nadie había podido tocarme sin que me encogiera, pero obvio... su toque era diferente. Lo miré a los ojos azules tristes y mi panza se estrujó. Por supuesto, era Thiago. —Bianca, contéstame por favor. – insistió, desesperado y comprendí el motivo de su preocupación.

—¿Quién te contó? – pregunté poniendo la espalda muy recta. Una vergüenza asquerosa se estancó en mi pecho. Que él se hubiera enterado me ponía enferma. —Amalia hablo con tu vieja ¿no? – me di cuenta, cerrando los ojos. Cuando había escuchado el timbre... esa tenía que haber sido Nacha.

—Eh, sí. – respondió distraído y sus manos apretaron un poco más a las mías. Su calor se fundió en mi piel y juro que pude sentir que viajaba por todas mis células hasta envolverme. —Me contó pero creo que el cerebro se me apagó después de "atacaron a Bianca". ¿Qué pasó?

Mmm, sí. Podía entender eso de que el cerebro se le apagara a uno. Lo que no entendía era qué hacía Thiago acá. No entendía que estuviera preguntándome esto y sobre todo, no entendía por qué seguía tocándome y mirándome así. No pensaba alejarlo, por más que dijera una y mil veces que esto se había acabado y supiera que toda esta historia me dolía; cuando me tocaba mis neuronas se hacían puré.

3 - Perdón por las mariposas, tenías razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora