Capítulo 15

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Mila

No podía creer que me había pasado toda la secundaria sin ir a fiestas de gente de la escuela, de ninguna de mis escuelas, y en lo que llevaba del año, ya podía contar unas cuantas.

Que había sido arrastrado a todas ellas por mis amigas, eso también era cierto.

Así que ahí estaba, intentando emborracharme con la cerveza barata que Guillermina, la anfitriona, había comprado, mientras veía a Bianca discutir con Felipe sobre algo del trabajo, y Jaz bailaba entretenida, hablando con todo el mundo.

Me eché el cabello hacia atrás, inquieto.

Bueno, puede que a esta fiesta no hubiera sido tan arrastrado por ellas...

La verdad es que desde que Jaz la había mencionado, me había sonado a la mejor oportunidad que tenía de ver a Grego fuera de la escuela. Y realmente quería verlo fuera de la escuela.

Era mucho lo que disimulábamos si estábamos en compañía de otros, pero teniendo en cuenta la última fiesta en la que nos habíamos visto, tenía esperanzas de encontrármelo por ahí, lejos de las miradas ajenas.

Claro que esas esperanzas se fueron a la mierda cuando lo vi entrar de la mano de su chica, Alana, que le sonreía y le daba besos frente a todos. Con ella no tenía que esconderse, y obviamente tampoco pensaba hacerlo.

Ni siquiera se escondería de mí.

Lo había mirado fijo para ver si podía mantener el tipo frente a ella sin quebrarse. Viendo si podía hacer como si nada estando yo cerca, desafiándolo, si es que aun así, podía hacerse el novio ejemplar.

Y si están esperando una respuesta, sí. Sí que podía.

Me dedicó una breve, brevísima mirada y rápido condujo a Alana a la cocina, donde estaban los otros chicos del equipo de fútbol para seguir saludando a nuestros compañeros.

Asentí resignado, y me acerqué a la mesa del comedor para buscar otro vaso de bebida. Sentía dentro una mezcla tan asquerosa de cosas, que si con alcohol lograba apagarlas o al menos anestesiarlas un poco, se me haría algo más soportable.

Sentía su rechazo y me dolía.

No podía dejar de recordar cómo éramos cuando estábamos juntos, los besos... nuestras manos. Resoplé.

Me sentía sucio.

Me sentía un secreto sucio del que se avergonzaba, del que nadie podía enterarse. Después de años, otra vez tenía la sensación de estar haciendo algo malo.

Y eso me enfureció.

No quería retroceder después de todo lo que me había costado aceptarme y entenderme. Después de hacer las paces con una parte de mí que era tan válida y fundamental, de la que tendría que haber estado orgulloso. No quería que Grego y lo que estaba pasándome con él, fuera a revivir todas mis inseguridades, porque era un pozo oscuro y frío al que no quería volver.

3 - Perdón por las mariposas, tenías razónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora