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   El pasar de los días me ponía cada vez más nerviosa. ¡El tío se la pasaba trabajando! ¿Cuándo se suponía que podría acercarme a él? Y estaba claro que las llamadas constantes de mi jefe preguntando qué tal iba no ayudaban a reducir mi nerviosismo. 

Quería tirarme en frente de un patrulla.

Se había corrido la voz de que había un grupo de policías tomando unos tragos en un bar en el centro de la ciudad, por lo que, claramente, no perdí la oportunidad y me vestí como nunca antes lo había hecho para ir a ese lugar. Claro, iba vestida para matar, no podía perder una oportunidad para avanzar en mi misión.

Al entrar al lugar, su cabellera peliblanca resaltó entre el resto. Sonreí complacida y caminé por al lado de la barra en la que se encontraban, para llamar su atención.
Dos de sus amigos me miraron descaradamente, pero él y su otro amigo estaban muy concentrado en su Whiskey como para poner su atención en mí.

Si quieres algo tómalo, dicen por ahí, ¿no? Entonces eso fue lo que hice.

Volví a acercarme a la barra, hasta quedar a su lado, y me recliné en la misma haciendo que el cantinero tuviera una perfecta vista de mis pechos. Pedí un trago de Vodka, y sentí la mirada del que tenía a mi lado en mi perfil. Sonreí y volteé a verlo.

- ¡Anda, si eres Viktor! - comenté divertida, sentándome en el taburete que estaba a su lado.

- Y tú la chica que no me ha dicho su nombre - bromeó, y pude ver lo que parecía ser una sonrisa en sus labios.

- Lys, mi nombre es Lys Lemaire.

- Un placer, Lys - dijo mirándome a los ojos. Pude escuchar un carraspeo proveniente de uno de sus amigos - Ellos son Jack Conway, Greco Rodríguez y Alexander Ivanov. Son mis compañeros de trabajo.

Al nombrar al primero señaló al tío que estaba demasiado centrado en su vaso como para dedicarme un saludo. Luego, pasó a un hombre de barba bastante guapo, que me sonreía amablemente. Y, finalmente, un chico de pelo negro que me sonreía mientras miraba todo mi cuerpo, especialmente mis piernas.
Me tiré un poco hacia atrás en mi asiento para verlos mejor y levanté mi mano, moviendo mis dedos lentamente, en forma de saludo.

- ¿Y de qué trabajas? - pregunté en cuanto volví a mi posición.

- Soy policía - respondió simple, mirando fijamente al mesero que, a parte de entregarme mi pedido, me había dado un papelito. Lo guardé en mi cartera y me concentré en el hombre a mi lado.

- Anda, un poli. No había hablado con uno nunca - dije para luego reír suavemente. Me fijé que su mirada se fijó en mis labios y me sentí orgullosa de mis encantos.

Alcé el pequeño vaso en forma de brindis y lo llevé a mis labios, tomándome todo el líquido de golpe, aún sintiendo su mirada fija en mí.

- ¿Tú de qué trabajas? - preguntó con la voz ronca, hablando bajo.

Tengo que admitir que la temperatura en mí subió considerablemente, pero no sabría decir si fue por el trago o cómo habló.

- Aún no he buscado nada. Pero supongo que algo en el hospital podría estar guay, ¿no crees? - pregunté igual de bajo que él, acercándome un poco más. Él seguía sin poder despegar la mirada de mis labios, y fue por eso que los humedecí con mi lengua.

- Estaría de puta madre. Así podrías atenderme tú luego de un atraco - murmuró, mirando por unos pocos segundos a mis ojos, para luego voltear a ver su vaso de Whiskey.

Miré disimuladamente detrás de él y no vi a sus amigos. Los localicé segundos después en uno de los sofás, sonreí y quité el vaso de las manos del hombre, dejándolo apoyado en la barra.

- ¿Quieres que te atienda yo luego de los operativos? ¿Es que los médicos de por aquí no son buenos? - pregunté haciéndome la inocente, torciendo mis labios.

Cuando él giró su cuerpo completamente hacia mí, yo hice lo mismo aunque aún estuviese sobre el taburete. Comencé a pasar mi dedo medio por sobre su hombro con suavidad, fijando mi vista en los movimientos de mi mano.

- Yo no he dicho eso. Solo creo que recibiría una mejor atención de tu parte, ¿me equivoco? - preguntó acercándose hacia mí, hasta encontrarse entre mis piernas.

¿Era solo yo o a ese bar le faltaba un aire acondicionado?

- No lo sé, ¿qué clase de atención especial quieres? - pregunté en a penas un susurro que él escuchó.

Pero no me respondió, solo pude sentir sus labios moviéndose sobre los míos. 
Cerré mis ojos y rodé su cuello con mis brazos. Me concentré en el firme agarre de sus manos sobre mi cintura, haciendo que estuviera completamente entregada a él en ese momento.

Vaya, este chico besaba bien. Jodidamente bien.

- ¿Quieres irte? - preguntó al separarse, estando a solo unos centímetros de mi rostro.

Abrí mi boca para contestarle, pero mi mente se nubló en el instante en el que deslizó sus manos hasta mis caderas y dio un ligero apretón allí. Temblé ante esto y solo pude asentir repetidas veces.

Se alejó de mí y sentí frío, me extrañé por ello, pero aún así lo seguí hasta su coche, en donde me permití pensar bien las cosas luego de... todo esto.

A ver, que el plan no era caer tan redonda. Simplemente quería jugar un poco con él, que comenzara a contarme cosas de él, pero no esperaba que las cosas escalaran tan rápido. Sentí su mano apretar mi pierna. Dios, que sepas que no me estoy quejando, para nada.

Ataraxia - Viktor VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora