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~10 de Marzo 2018~

Alice Brown

He de admitir qué cuando mi mejor amiga «Sophia» me llamó para darme la noticia me emocioné como nunca. Pese a qué es algo lamentable que haya enfermado, ¿quién no se emocionaría por ir al hermoso palacio de Belgravia?, ¿conocer a la realeza y dormir ahí? Porque sí, estaré allí los días que me necesiten como su fotógrafa.

Hace no tanto tiempo terminé mi carrera, no puedo mentir diciendo que soy una profesional pero, soy sé lo que hago.
Ir al palacio y conocer a la familia real, podrá ser algo no tan interesante para muchos, algo extraordinario e impresionante para otros, cómo para mi; es que ¿Quién no miró Barbie, o un sin fin de películas diferentes dónde anhelaban ser princesas? bueno, yo no sería una princesa, pero sí una fotógrafa que tomará las fotos de la extraordinaria realeza.

Me levante tempranamente, me duche y coloque un enterizo color blanco con un saco largo beige, luego fui al aeropuerto, tomé el avión y por fin despegamos, con los nervios a flote puedo decir que éste día va muy bien, puesto que soy una persona algo nerviosa y torpe.

El asistente real me mandó la ubicación del castillo porque él estaría bastante ocupado para recogerme en el aeropuerto cuando aterrice, y obvio no iban a mandar el Jet real sólo por mi, una fotógrafa común y cualquiera..

«Sí, a veces suelo molestarme conmigo misma por subestimarme y hacerme sentir mal» pero qué se puede esperar de alguien a quién siempre elegían al último, como plato de segunda mesa o la excluían por hacer las cosas mejor que los demás.

Después de unas horas por fin llegué a Londres, tomé un taxi para que me llevara hasta la ciudad Westminster, específicamente al Castillo Real de Belgravia.

«Estoy muy nerviosa, y emocionada por supuesto»

El taxi me deja en la entrada del Castillo dónde me recibe un joven de traje sastre «el asistente supongo».

El castillo es impresionante, en las fotografías se ve lindo, esplendoroso pero en persona es aún más maravilloso.

Mademoiselle, soy el asistente real, una disculpa por no poder recogerla y traerla yo mismo. —Se presenta estrechandome la mano para después tomar mi gran maleta.

—No se preocupe. —Hago una especie de reverencia.

«Quise ser ¿amable?»

—No, no, no, conmigo no necesita hacer reverencia mademoiselle.

Le sonrío agradecida.

«Estoy muy contenta, no puedo parar de sonreír y mirar con con una chispeante emoción el gran Castillo»

Me lleva hasta un salón dejando fuera mi maleta.

—Espere aquí mientras aviso su llegada.

Asiento con la cabeza y se retira.

Mientras estoy esperando, trato de no mirar mucho lo que me rodea para no parecer husmeadora pero veo unos sillones reales claro, «es que todo es tan magnífico y cautivante».

Un rubio un tanto más alto que yo pasa junto a mí. Por un instante sus ojos verdes se cruzan con los míos y me estremezco.

Es todo un adonis. Me retracto inmediatamente de mis palabras ya que yo sólo vine a trabajar, «yo soy sólo una plebeya y no debería estar mirándolo.»

Los monarcas llegan y rápidamente me dispongo a hacer una reverencia.

—Sus majestades. —Les saludo.

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