CAPÍTULO 54

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— Espérame un segundo... Voy a por toallas limpias — dije desapareciendo de la habitación unos segundos.

Cuando volví ella ya no tenía el sujetador puesto. Jadeé de sorpresa al verla.

— Estas... Eres... Increíble — se me ocurrió balbucear.

Ella se mordió el labio y me acerqué contra su cuerpo.

La besé y luego fui descendiendo por su cuello, hasta sus pechos deteniéndome un rato.

Posteriormente quedé arrodillado frente a ella, para poder desprenderme de sus bragas con más delicadeza y sensualidad.

Las bajé con cuidado y me quedé frente a sus piernas, en el vértice.

Miré hacia Lya, que me observaba con la boca entreabierta, levemente ruborizada...

Me puse en pie y me acerqué de nuevo a sus labios, la besé y no tardé en agarrar sus piernas para levantarla y sentarla sobre el lavabo.

Sus ojos oscuros me miraban con deseo e impaciencia, a la vez que curiosidad.

Volví a acariciar sus pechos con mis manos y besé su cuello antes de volver a postrarme ante ella

Le abrí las piernas con delicadeza y supe que tenía la vista clavada en mí.

Acaricié con las manos la parte interna de sus muslos y luego me acerqué yo para comenzar a lamer...

Lya gimió y me acarició el pelo con ambas manos.

Yo sonreí y continúe lamiendo, succionando, arrancándole jadeos y suspiros, obligándola a gemir de placer

A los minutos, ya estaba notablemente húmeda, más que cuando yo me había sumergido en ella para probarla, sus piernas habían comenzado a temblar ligeramente y se estaba tensando.

Me separé de ella y me miró con frustración.

— Tranquila pequeña — sonreí antes de besarla.

Apague el grifo de agua, que estaba ya caliente.

Ella se bajó del lavabo y me observó con atención quitarme el bóxer.

Cogí su mano y la invité a pasar dentro de la ducha.

Abrí de nuevo la fuente de agua que empezó a caer por nuestro cuerpo.

Ella me miró a los ojos y se mordió el labio antes de mirar mi miembro, y rodearlo con los dedos para empezar a masajearlo.

Suspiré y me humedecí los labios.

Mientras cogí el bote de jabón y vertí un poco en mi mano antes de empezar a repartirlo por su cuerpo con caricias.

Jadeé de placer mientras ella me masturbaba y yo acariciaba sus pechos enjabonándolos.

Lya se puso de puntillas tratando de alcanzar mis labios y yo terminé de acortar aquella distancia.

—Joder enana... Me estás haciendo querer follarte a lo bestia...—le confesé a Lya.

Ella jadeó sorprendida por mí revelación y aumentó la velocidad a la que masajeaba mi miembro.

Gruñí y me dirigí a su cuello, descendí un poco, casi llegando a la altura de su hombro y comencé a hacerle un chupetón.

—Ian...—me regañó.

—Déjame...—le pedí—Aquí no te lo verán...

Mi alumna acabó cediendo y echó la cabeza hacia atrás.

Yo me acerqué más a ella y comencé a acariciar su culo, dejando un rastro de espuma y jabón por dónde mis manos la rozaban.

Notaba los dedos de Lya moverse sobre mí con agilidad y destreza. Nadie pensaría que hacía poco que se había iniciado en este mundillo.

Por si me ves, estamos destinados  -Contigo soy-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora