Paré el grifo, ya que la bañera ya estaba lo suficientemente llena. Y me metí en ella, dejando que el agua caliente me cubriera el cuerpo. Ian se acercó, y apretó la mandíbula, luego se mordió los labios. Atrajo las toallas más cerca de la bañera dejándolas a una altura en la que se podían alcanzar con sólo estirar un brazo. Tras hacer eso se metió en el agua frente a mi y me miró.
– ¿Por qué has acercado de pronto las toallas?
–¿Qué? Yo no... No he hecho nada... Yo...Eh...
– ¿Qué has metido ahí? – le pregunté riéndome. Él se chupó el labio y vino a por los míos.
– ¿Lo quieres saber? – susurró haciendo que me recorriera un escalofrío. Asentí con la cabeza. – esto no es como la ducha eh... Aquí.. Es más... Cercano...
–¿Si?– pregunté sugerente.
Ian se acercó a mí y me besó lentamente, saboreando cada rincón de mi boca, pasó mis piernas a los lados de sus costados dejándome sobre su regazo de cara a él.
Seguíamos sin separar nuestros labios y sus manos estaban sobre mi culo atrayéndome hacía él. Yo rodeé su cuello con mis brazos, mis piernas, entre las paredes de la bañera y su cuerpo permitían que notase cada movimiento que él hacía.
Empecé a frotarme contra él y gimió en mi boca.
–¿Ahora también te vas a ir?– me preguntó con una medía sonrisa.
–Depende...– dije deslizándome hacía atrás para picarle, pero él me abrazó y de nuevo me atrajo.
–No, esta vez no– gruñó
Yo sonreí para mí y le besé.
Noté su erección contra mí y sonreí apartándome.
Miré hacía abajo y después volví a mirarlo. Me sonreía inocente, como un niño mientras se mordía el labio.
Negué con la cabeza y estiré una mano hacía las toallas para buscar el preservativo.
Mientras lo hacía, Ian me besaba y mordisqueaba el cuello complicándome la tarea pero a él parecía divertirle.
Volví a frotarme contra él e Ian que no se lo esperaba se detuvo mientras gemía. Encontré el sobre y lo abrí, con dificultad conseguí ponérselo mientras él me miraba sin perder detalle con una sonrisa en la cara.
Cuando me cogió de la cintura y me dejó caer sobre él lentamente ambos gemimos
–Joder...No sabes...como...
Dejó de hablar y se lanzó a mí cuello, sus manos que seguían en mi cadera me elevaron y me dejaron caer de nuevo provocando que gimiésemos de nuevo.
Notaba la tensión de sus músculos, la cercanía entre nosotros hacía que nos sintiéramos uno solo. Nos volvimos a besar sin dejar de movernos hasta que poco a poco nuestros movimientos se fueron acelerando a la par que los gruñidos y gemidos que soltábamos por el placer.
Al llegar al final, al orgasmo, Ian me elevó para salir de mi y después deslizó mis piernas con cuidado para poder salir a tirar el condón.
Antes de que volviese, oí el sonido de notificación de su teléfono. Ian fue a la habitación y volvió mirando a la pantalla sin decir nada.
Dejó el móvil sobre el lavabo y volvió al agua pero está vez detrás de mí.
Me abrazó y yo me apoyé sobre su pecho.
–¿Quién era? –pregunté
–Nadie– respondió, le miré esperando una respuesta mejor. – tranquila– me dijo mirándome y esbozando una pequeña sonrisa– mi corazón solo late cuando estoy contigo.
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Por si me ves, estamos destinados -Contigo soy-
RomanceEl amor, como tantas cosas es inexplicable y muy abstracto. Puede darse en cualquier ocasión, salir y desaparecer a su antojo, abrir y curar heridas. Sus miradas se encontraron con otro brillo diferente, igual sus vidas tuvieron un golpe de suerte...