CAPÍTULO 33

22 6 2
                                    

Me quedé en silencio durante unos segundos mientras pensaba.

—No veo por qué—respondí al final—mientras no pase algo que sea incómodo en sí...

—Ah, espera—me interrumpió— No sabía yo que despertarte sin ropa interior mientras tu profesor de instituto te abraza, medio desnudo, era la cosa más cómoda del planeta.—se mofó

—Eres boba, ya te he dicho que él no era consciente de que me estaba abrazando, ¡estaba dormido! Además, se disculpó en cuanto se dio cuenta—le defendí.

—Mírame y dime qué en el momento en el que los dos os disteis cuenta no fue incómodo.—me retó.

Yo la miré pero no dije nada, siendo sinceros había sido bastante incómodo.

—Lo que yo pensaba...—acabó diciendo mi amiga—de todos modos míralo por el lado bueno.

Yo esperé a que siguiese hablando.

—Ahora vas a tener más fácil llegar al diez. — me picó.

—Que imbécil eres— resoplé antes de mirar hacia otro lado mientras Gaia se reía.

—Venga ya Lya, literalmente te has acostado con nuestro profesor.

La miré al instante.

—¿Qué dices?—le pregunté.

—A ver, no en ese sentido, malpensada, pero os habéis acostado juntos para dormir. —me explicó.

Yo negué con la cabeza.

—Fue solo una cabezada

—Sigues habiéndote dormido con él.

—Bueno, pero deja ese tema ya.

—Vale, cuéntame otra cosa entonces—me pidió.

—Bueno...También me sacó fotos con el atardecer.

—¿Y te las va a pasar?

—No, si me las hizo con mi móvil, mira—le dije sacándolo

Enseñé las fotos a mi amiga y ella las fue pasando una a una.

— La verdad es que es una pasada el atardecer — reconoció — y al parecer él tampoco es tan mal fotógrafo.

— Ya, me gustan las fotos, a ser sinceros — dije recogiendo mi móvil. — y lo del atardecer... Era una pasada, no te voy a negar que me ha encantado quedar con él.

— Bueno, bueno, pero ten cuidado ¿vale?

— ¿Cuidado de qué?

— De enamorarte

— Estáis muy pesadas con eso, ¿vale ya no? — dije algo más seria.

— Lya... Que nos conocemos y cuando te pillas, te pillas bien y no es plan de que lo hagas con él.

— Que no, plasta, que no me gusta, ni él ni nadie.


Cuando llegué a casa saludé a mis padres y me subí a la habitación un rato, antes de irme a duchar.

Ian: Hola... Espero que hayas llegado sana y salva...

Ian: Como no me ha llegado ningún mensaje tuyo, me he tomado la libertad de hacerlo yo.

Vi aquellos mensajes y sonreí. Eran de hacía quince minutos.

Yo: Hola, todo bien, ya estoy en casa.

Yo: Perdón por no mandar ningún mensaje... Se me pasó.

Ian: Lo suponía... Mira que te avisé jaja.

Por si me ves, estamos destinados  -Contigo soy-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora