capitulo 58

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A la mañana siguiente me desperté por unos rayos de sol que entraban a través de la puerta del balcón.

Miré a Ian y sonreí, estaba tan serio cuando dormía.

Sin despertarle intenté coger el móvil que descansaba sobre la mesilla, cuando lo tuve abrí la cámara y le saqué algunas fotos.

Noté que se despertaba así que dejé el móvil rápidamente y cerré los ojos fingiendo estar dormida.

Ian bostezó y debió de mirar hacía abajo viéndome porque noté como me apretaba un poco hacía él.

Poco a poco abrí los ojos, Ian me miraba con una sonrisa.

– Buenos días amor– me saludó mientras me daba un pico

–Buenos días rey.

–No sabes cómo adoro despertarme con el desayuno en la cama– dijo mirándome con una sonrisa en la cara.

– Tú el romanticismo lo llevas mal, ¿no?

–¿El qué? ¿Se come?– me preguntó mientras sonreía, yo negué en forma de desaprobación e Ian se rió.

–Es que estás muy buena– mientras me lo decía trataba de deslizar una mano bajo la camiseta del pijama y levantarlo, no me resistí e Ian me la pasó por encima, después fue a mis pantalones.

–¿Y has oído hablar del servicio de habitaciones? Dicen que te trae el desayuno a la cama.

–Vagamente... Pero para qué vamos a molestarlos ahora...– me mordió el cuello y yo me estremecí. Después fue bajando y no pude reprimir algún que otro suspiro.

–Ian...

Me miró durante unos segundos y después siguió bajando

Yo suspiraba de vez en cuando. Mientras él no paraba de besarme. Me incorporé un poco y le miré. Él, al verme, vino a mi boca, donde me besó con lentitud, haciendo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo. Me quitó la prenda de arriba interior, y me estremecí al notar sus dedos por mi cuerpo otra vez.

–Me encanta esto... Tu cuerpo... Cómo reacciona ante mi contacto... Estos momentos que compartimos.. Me encantas tú, mi niña.– no sabía qué decirle, así que aproveché la cercanía y le besé atrayéndolo hacía mí y obligándole a que se tumbara sobre mi cuerpo. Cuando nos separamos nos miramos, y sonreímos. Dirigí mis manos a los elásticos de sus bóxer y jugueteé con ellos.

– No hagas eso... No seas mala bicho. – se acercó y me dio un pico. Mientras bajaba su mano a mi otra prenda que quedaba. Él pasó de jugar con ella y me la quitó con delicadeza. Y antes de que pudiera hacer nada noté como me penetraba suavemente con dos dedos. Empezó a moverlos y yo me mordía los labios intentando detener mis gemidos. Él al notarlo me ayudó besándome. Tras unos minutos así nos separamos y salió de mi. Volví a agarrar sus bóxer pero esta vez se los retiré con algo de brusquedad. Él me miró chupándose los labios y a continuación se levantó de la cama y cogió un preservativo de la caja que había comprado ayer. Se encaminó otra vez hasta donde yo le esperaba expectante, se colocó el pelo hacía atrás, pasando sus manos sobre este, como solía hacer, ese gesto que al que le había cogido tanto cariño. Cuando llegó abrió el sobre y se puso el condón mientras me miraba. Volvió hacía mis labios besándolos con dulzura. Yo notaba mi corazón latir, deseosa de quererle más, notaba mi cuerpo caliente bajo el suyo. Cuando se separó para coger aire le noté entrar en mi, gemimos a la vez. Dejó unos segundos para que me acostumbrara antes de empezar a moverse.

–Te quiero... – gimió a mi oído, haciendo que yo también lo hiciese.

Empezó a moverse lento, y profundo. Yo tenía mis brazos libres, así que los puse sobre su espalda, y en su próximo movimiento, más profundo que los anteriores, deslicé mis uñas por su espalda dejando una pequeña marca. Esto sólo hizo que volviera a gruñir y volviera a moverse. Sus movimientos me estaban matando, necesitaba más, le necesitaba más.

Por si me ves, estamos destinados  -Contigo soy-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora